la tribuna
diciembre 22 de 1975


1925 - 50 AÑOS DE “LA TRIBUNA” - 1975

 

Dos gigantes en la politica de Moron: Boatti y Fresco

“Durante más de 30 años cubrieron el escenario político de Morón dos figuras de extraordinario relieve: el ingeniero Ernesto C. Boatti y el doctor Manuel A. Fresco.

El Dr. Fresco tuvo singular gravitación en el seno del conservadorismo provincial, así como el ingeniero Boatti la ejerció dentro de su partido, la Union Cívica Radical. Y ambos, en razón de sus vigorosas personalidades, trascendieron su influencia a la jurisdicción toda de la provincia de Buenos Aires, y aun al ámbito nacional, superando los ambientes partidarios.

Fueron dos figuras de excepcional jerarquía, al extremo de convertir a Morón, mientras ambos actuaron -lo resaltante es que los dos aparecieron y se descubrieron en forma simultanea en las luchas cívicas locales- en el meridiano politico de la mas gravitante provincia argentina.

Boatti era hombre de vasta cultura, politico hecho entre su biblioteca -considerada una de las mas completas y valiosas entre las particulares del pais- y la labor del Comité que nunca descuido, aunque siempre en el marco pulcro, correcto y caballeresco que el trato celosamente de conservar. Fresco, en cambio era un torbellino de acción y de pasion, y caracterizose, en la oposición primero y en el oficialismo despues, por la vehemencia de sus gestos, que fueron siempre sinceros y constructivos, no obstante la discutibilidad de los medios empleados.

Ambos eran mas que rivales, mas que adversarios y aunque queramos no podremos librarlos del calificativo certero para definir su enfrentamiento: verdaderos enemigos politicos. Lo enconado de sus posiciones, no sabemos si en razón de causa o de efecto, determino un rencoroso distanciamiento entre radicales y conservadores, no solo en Morón sino en todo el ámbito provincial y por muchos años.

Fresco llego a la presidencia de la Camara de Diputados de la Nación y a la Gobernación de Buenos Aires, en tanto que Boatti fue diputado nacional y presidente del bloque de legisladores por la provincia de Buenos Aires, presidente del Comité Provincial de la UCR, y ministro de Obras Publicas en la ejemplar gobernación del Dr. Valentín Vergara, habiendose mencionado su nombre en reiteradas oportunidades para encabezar la formula radical en Buenos Aires.

Boatti murió en Morón en la decada del 50. Fresco mas recientemente, hace muy pocos años, en su residencia de haedo. El recuerdo de los dos se asocia a lo mucho que hicieron por Morón, a todo lo que dieron a la patria chica, que debe enorgullecerse de haber contado, en su jurisdicción, con dos gigantes de tamaña talla.

Las señoras Raquel de Monasterio de Fresco y Haydee Ossorio Arana de Boatti, viudas de ambos hombres públicos, mantienen su residencia en Morón; la primera en Haedo, rodeada de sus dos hijos y numerosa cantidad de nietos, y la segunda en Castelar, junto a su hija, la señora Josefina Boatti de Spinosa y sus dos nietos.”

 


La izquierda sOÑadora y rebelde en el viejo Moron

“La política en Morón fue siempre factor de alboroto lugareño. Conservadores y Radicales, durante muchos años, fueron rivales tradicionales y enconados, lo que no obstaba para que entre ellos proliferaran las disidencias con los consiguientes nuevos partidos. Así se daban casos en que, en una misma elección, participaban tres listas radicales y otras tantas conservadoras. Hasta que Boatti y Fresco polarizaron las adhesiones en unas y otras filas.

Pero la izquierda, teorizante y lírica en los casos de los viejos vecinos, explosiva y muchas veces homicida en otros pocos ácratas, como por ejemplo la "Sociedad de resistencia" de los obreros panaderos, tenía sus exponentes tipicos.

Así las boletas socialistas nos acostumbraban a Cosme y Felipe Dell' Eva, Jacinto Cueto, Fidel De Salvo y pocos mas, cuyos nombres figuraban permanentemente como candidatos, sin llegar nunca a las bancas a que porfiadamente aspiraban.

La familia Grana reconocia a través de los nombres de los retoños de D. Máximo: Futuro, Gorki, una soñadora filiación. En Ituzaingó seria el viejo Gelpi quien transmitiría a los nombres de sus hijos sus anhelos anarquistas; uno de ellos, el conocido médico hace pocos años fallecido, se llamo Idelico Libero; a su hermana, para no ser menos, le puso por nombre "Idea Libre"; Enri, no sabemos a quien evocaria; otro, el escenografo, se llamaría Germen...y así las definiciones. ¡Pero ninguno de los hijos, ni en los Grana ni en los Gelpi, heredarían las ubicaciones politicas de sus progenitores! Por su parte, los Dell'Eva descendientes no militarían en el socialismo; el doctor de Salvo es un prestigioso médico peronista; "Gorki" Grana disfruta el afecto general sin transitar por la política; los Gelpi, con cariño y respeto de todos, fueron desde el radicalismo hasta la Democracia Cristiana..."O tempora...!”

 


Curas de Moron

“Desde 1925 hasta 1975 fueron curas párrocos de Morón los siguientes sacerdotes: Pablo Darbón, Felipe Bollo, Edmundo Vanini y Juan Antonio Presas. Desde 1957 es nuestro Obispo Monseñor Dr. Miguel Raspanti.

Mientras en el orden civil rigieron nuestros destinos durante medio siglo 39 ciudadanos, la Iglesia se desenvolvió con solo 4 sacerdotes a su frente. La décima parte. Y se ira Merino, pero seguirán - y Dios quiera que por muchos años- el Obispo Raspanti y el Padre Juan.”

 


"Moron a su Batallon"

“La Dirección de Cultura de la Municipalidad de Morón ha adquirido la Medalla que reproducimos de importante valor numismático en razón del año de que data.

Esta medalla recuerda el momento histórico en que el pueblo de Moron premia a su batallón, por su acción heroica, bendiciendo y haciendo entrega de la Bandera, el 6 de octubre de 1895.

Dicha adquisición pasa a engrosar la colección de monedas y medallas, patrimonio histórico del "Museo General San Martín”.

 


“El Pueblo de Morón a su batallón”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Negocios en el recuerdo
Escribe Carlos Castagnini

“La patina del tiempo cubre las paredes en barro, y las enmohecidas e imponentes rejas ofrecen una visión retrospectiva que nos lleva a revivir los pasos que se perdieron en ese piso de pinotea machinbrada, y voces cuyos ecos se alzaron en los altos aires del techo de ladrillos a la vista, sostenidos por rústicos tirantes. Ahí se levanta el antiguo almacén El Sol Argentino fundado por don Francisco Cipolla en el año 1901. La zona se llamaba "La Calabria", hoy Villa General Belgrano. Se la denominaba así porque los primeros pioneros eran calabreses. Es de destacar que en los archivos catastrales de la Municipalidad de Morón. (año 1888) figura como "Villa Nápoles".

Actualmente, año 75, en pleno desarrollo urbanísticas y tecnológico, el almacén sigue funcionando tal como en aquella época y es atendido por Bautista Francisco Cipolla, descendiente directo de don Francisco. Es digno observar sobre las paredes rugosas pintadas a la cal, 2 grandes cuadros. En uno se ven las primeras chatas que repartían la cerveza Quilmes, y en el otro, aparece la propaganda del vino Oporto con leyendas en portugués.

Frente al mismo almacén, hoy Avda. Pierrastegui, se corrían las famosas carreras cuadreras que atraían a la mayor parte de los lugareños que apostaban fuertes sumas de dinero, y contrabalanceando el marco en singular pintoresquismo de la época, diestros payadores matizaban las jornadas.

Otro almacén similar, con las mismas características del anterior, es el del desaparecido don Pedro Gavio, frente al cementerio de Morón. Entre las muchas anécdotas que pintaban de cuerpo entero al alto y espigado siciliano, era su bonhomia y ese gracejo humorístico al decir de los que le conocieron. Algunos recuerdan con nostalgia la actitud de don Pedro al llegar un sepelio al cementerio. Cuando la campana que pendía en la entrada tocaba a duelo, don Pedro practicaba su ritual: cerrar las puertas del negocio en señal de recogimiento, reabriendolas despues que los deudos se hubieran retirado en los solemnes cupes.

Y a 10 o 12 cuadras del centro mismo del entonces pueblo, entre fachinales y baldíos, estaba la denominada "quinta amarilla" donde asentaron sus reales algunas familias tradicionales como los Guerrieri, Pecorelli, Yametti, Yomini, Zavataro, Malucho, Solia, Corradi, Ventieri, Farinatti, Santiso y otros mas que sería largo enumerar.

Y en la vieja casa de ladrillos, cuya construcción se remontaba a fines de siglo, ubicada en Carlos Pellegrini e Itapiru, hoy Boatti, estaba la carbonería de Giovanni, el genovés. Pilas de carbón y de forrajes se confundían con la cara redonda y rosada de Giovanni. Las desvencijadas puertas del zaguán de piso de ladrillos conducían al rectangular patio de baldosas rojas con un aljibe en el centro.
La figura hoy casi legendaria de giovanni, la veo recortada en el pescante del pesado carretón tirado por "Ñata" y "Duque".

Cuando Giovanni venía de regreso sobrecargado de carbón y forraje de San Fernando, y si tenía la mala fortuna de que lloviese, Ñata se empantanaba en el barro y se negaba a seguir a Duque, mucho mas dócil; a lo que Giovanni, con toda la cólera de su sanguíneo carácter le repetía siempre la misma y conocida frase: "¡maledetti!¡Andate via, porca Ñata!".

El tradicional corso municipal de la década del treinta y pico contaba con el apoyo de todos los vecinos en un despliegue incesante de carruajes y automóviles, con la esplendente iluminación que abarcaba el centro y las adyacencias del pueblo, Giovanni ornamento su carretón en una espectacular carroza. Sus hijos y amigos que nacieron con el barrio colaboraron en aquella ímproba tarea con alegría pocas veces despertada. Arcos de hierro cruzaban la caja, serpenteada por guirnaldas, Flores de ceibo, Santa Ritas y retamas entrecruzaban las altas ramas de palmera en una profusión viva de colores. Las chicas vestían de mucamas y los muchachos de apaches. Como Duque y Ñata podían ser fácilmente reconocidos por el vecindario, optaron por ocultarlos bajo sendas anteojeras y largos bonetes.
Sentado en el pescante, la grotesca careta de Giovanni lo hacia irreconocible al avanzar en medio de aquel abigarrado desfile donde las comparsas rivalizaban con las carrozas y automóviles.

"De pronto Ñata empezó a mosquearse por las anteojeras que la cubrían. Con su característico corcoveo se encabrito, haciendo esta vez lo mismo Duque, en solidaridad con su compañera. La batahola siguió detras, manifestada en abucheos y bocinazos instando a Giovanni a salir del recorrido. Las chicas suspendieron el juego de las serpentinas. Los muchachos dejaron de llamar con gruesos apodos al publico de los palcos para apearse del carretón y palmear a los animales. El empecinamiento de las bestias puso colérico a Giovanni. Fustigando con ira a los animales, grito: -¡Maledetti! ¡Andate via, porca Nata!".

Corrió por las comparsas una exclamación eufórica al reconocer a Giovanni, mi padre, y a mis hermanos y amigos.”

 


apologia del negocio de mi padre
Escribe Amelia Dartayet

“A mí me encanta recordar. Volver al pasado moronense se me antoja revivir un poco. Fue todo aquello tan lindo, tan dulce y puro que hoy me cuesta convencerme de la realidad presente.

Ya se que fueron otros tiempos, otras épocas y otras gentes; y aunque yo siempre fui «La Nena», y nunca cambié, no puedo decir lo mismo del Morón de mis amores.

Tendría mucho que contar, mucho que decir y recordar. Tal vez un libro no alcance; quizás dos, tampoco. Pero nadie se asuste, ya que no pienso escribir ninguno.

Hoy simplemente, y a pedido de mi amigo Cesar Albistur Villegas, que quiere reflejar en el Cincuentenario del Periódico LA TRIBUNA algunas reflexiones del pasado, me voy a permitir recordar al famoso negocio de mi padre.

No se si estara bien que lo diga, pero los Dartayet siempre fuimos trabajadores. Mi padre, Juan Bautista Dartayet Durruti, y mi madre Rosa de Antoni (ambos nacidos en Morón), tuvieron que alimentar y dar estudio a 12 hijos. Nunca nadie les regalo nada, todo lo hicieron a fuerza de laburo.

Don Bautista, como le decían todos, tenía su negocio en la esquina de Belgrano y Rivadavia (donde estuvo despues la joyería Cione). No sabría definir el ramo al que perteneció el negocio de «Artayeta», como en aquel entonces nos decían, y quizás hoy tenga que darles la razón a aquellos que hicieron famoso el dicho: «tenés más chiches que Artayeta».

Mi padre vendía de todo, pero en Morón fue el iniciador de la venta de bicicletas, de los fonografos a cilindro y de los disfraces. Además arreglaba cualquier clase de instrumento musical y tenía una facilidad y oído increíbles para tocarlos a todos.

Recuerdo como Gardel, Razzano y Betinotti, entre otros, venían al negocio de mi padre a escuchar sus discos en el fonografo a cilindro, y recuerdo también que la bicicleta que el tenía, era frecuentada por políticos, escritores y periodistas, tales como Mario Bravo, Alfredo Palacios, Farías Alem, Crespo Lucero y muchos mas que escapan a mi memoria.

Había también en la trastienda otra biblioteca, pero esta era de un tono picaresco subido. Ahí venían las vecinas del barrio a leer algunos tomos a escondidas y «de garrón», pero juro que no me acuerdo de sus nombres.

Lo que tengo bien presente, es cuando nos visitaba esa extraordinaria poetisa que fue Vicenta Castro Cambón, y aun hoy me parece escuchar las lindas piezas que interpretaba en el piano de mi padre. Además de vender, a don Bautista le gustaba dibujar al lápiz y mas de una vez lo sorprendí frente al espejo dibujando su propia cara. En cierta oportunidad copio al lápiz, de una revista, a una hermosa dama, y tanto le gusto su obra que la puso en la vidriera que daba sobre la calle Belgrano.

Un día llego un elegante señor, acompañado de Peralta Ramos, y le pregunto quien había dibujado a la dama de la vidriera. - Yo, señor, le dijo mi viejo todo orgulloso. - Pues bien, lo felicito, su obra es excelente, pero le ruego que lo saque de la vidriera porque esa dama es mi esposa.

Con inmensa tristeza don Bautista retiro a su dama y tuvo que soportar, además, las cargadas del vasco Etcheverry, de Mosquito y de Marcelino, este ultimo también aficionado al dibujo.

En otra oportunidad, mi madre despachaba tarjetas postales, tan en auge en aquellas épocas, y una señora de edad elegía una tras otra. Yo estaba escondida debajo del amplio mostrador y se las iba robando. La viejita se asusto creyendo en brujerías y ante el asombro de mi madre, salió corriendo del negocio.

No podría precisar el año, pero si recuerdo, por el alboroto que se armo en el negocio y en el pueblo, cuando mi padre vendio la grande de Navidad por primera vez en Morón El numero favorecido fue el 8711 y sacaron el millón de pesos tres conocidos vecinos de Morón, que tampoco voy a nombrar por cuestiones de respeto, pero si puedo decir la ínfima propina que recibió mi progenitor: «diez mangos» de los viejos.

Recuerdo los famosos carnavales de Morón con sus luces multicolores y los innumerables disfraces que también mi padre vendía o alquilaba. Recuerdo cuando una noche desgraciada, entro al negocio un borracho con gorro marinero y tras discutir con mi padre por unas serpentinas, se abalanzo sobre un auto y dio muerte a un prestigioso médico local.

Un día estaba mi padre en la puerta del negocio y acertó a pasar el doctor Manuel A. Fresco; al ver que mi viejo tenía puesto un gorro blanco, le pregunto de improviso: - ¿Que es eso, Artayeta? ¿Usted con un gorro blanco?

Mi padre, un tipo «canchero», algo así como yo, le contesto sin inmutarse: - Es para estar como usted, doctor; ¿no ve que así estoy mas «fresco»?

Podría seguir contando anécdotas y recuerdos de mi querido Morón y del negocio de «Artayeta», pero los dejo para el numero del «Centenario». Yo pieno estar con Farías Alem, ustedes no se...”

 


la salud publica en Morón

Morón, 13 de noviembre de 1975

Sr. Director del Periódico LA TRIBUNA
Dn Cesar Albistur Villegas
S / D

Deseo ante todo felicitarlo por encontrarse usted al frente de LA TRIBUNA en su 50 aniversario, gozando del prestigio que corresponde a quien con idoneidad y jerarquía ejerce su función de periodista.

Respondiendo a su solicitud de colaboración en los temas referidos a Morón en estos últimos 50 años, muy complacido voy a contestar a su requerimiento; pero quiero hacerlo, en lo que a mi función especifica atañe, despues de haber superado 30 años de ejercicio profesional en Morón.

Pienso que no solamente debería referirme con efecto retroactivo a lo sucedido sino que tendría que hacerlo con el deseo de futuro y con prospección a lo que hace falta en nuestro partido.

Todo esto significa que voy a enfocar un tema importante como es el de la Salud Publica en Morón; o mejor expresado, un diagnostico sanitario en el presente y pasado y lo necesario para el futuro.

Si pensamos que Morón cuenta con una superficie de 131 km2, una superficie habitable de 110 km2, una población de casi 700.000 habitantes, con mas calles de tierra que pavimentadas: que solo una parte menor esta conectada al sistema de agua corriente, que carece en gran parte de su perimetro de redes cloacales que permitan tratar los líquidos residuales; que el 75 % de los baldíos estan transformados en macro o microbasurales con la inherente proliferación de artrópodos y roedores, llegamos la conclusión que el estado sanitario referente a higiene y sanidad ambiental puede ser calificado de regular a malo.

El Censo de 1947 le asignó 110.344 habitantes y en 1960 344.041 con una tasa de incremento anual del 79,3 por mil habitantes. Mediante la aplicación de esta tasa se estimo para 1965 una población superior a los 500.000 debiendo destacarse que el crecimiento sucedido en el periodo intercensal parece haber disminuido de ritmo en el post-censal.

La Composición por grupos etarios de la población ofrece la configuración de piramide de base ancha caracterizando una población joven con alto porcentaje de menores de 15 años.

A través de varios indicadores la situación sanitaria es la siguiente: la tasa de mortalidad general es de 7,58 %; la mortalidad infantil es de 51,5 0/00, el numero de partos anuales es de unos 7.500 con una derivación a la Capital Federal de un 40 %.

De esta manera, se plantea en el partido la urgencia del problema materno infantil.

Durante estos últimos 40 años solo contaba el partido para la atención medica en el sector publico, con el viejo Hospital de Morón, la Asistencia Publica, y ya a partir de 1943, con el Instituto de Cirugía de Haedo.

Actualmente, desaparecida la Asistencia Publica, modernizado el Hospital de Morón, puesto en marcha no con su capacidad completa el Instituto Dr. Alejandro Posadas y funcionando a pleno el Instituto de Cirugía de Haedo, se contabilizan unas mil camas para el sector publico; mientras el sector privado no llega a las 600, todo lo cual hace un total de 1.600 camas.

Si tenemos en cuenta que lo considerado aceptable es de 4,5 a 5 camas por mil habitantes, se necesitarían 3.500 camas para 700.000 habitantes.

Por lo tanto si no se arbitran los medios necesarios aptos para aumentar la capacidad de internación, en los próximos años el déficit de este recurso sera abrumador.

Todo lo expuesto es una contribución a mejorar el estado sanitario de nuestra comunidad pero de ninguna manera significa critica o halago para nadie que se ocupe de este problema.

Es que la Salud Publica es sumamente cara y es preocupación de las autoridades sanitarias no solo de nuestro País, sino del mundo entero.

 


Moron no es la VII Brigada

Morón siempre se ha sentido orgulloso de la VII Brigada Aérea, así como de la 1º Brigada, con asiento en El Palomar. Hoy los acontecimientos que se desarrollan en la VII Brigada llaman a cualquier cosa menos a orgullo. Una aventura contra la ley contra las instituciones que tanto trabajo costó recuperar -aunque no todos los titulares de las instituciones tampoco en estos momentos sean ejemplares- coloca a Morón en la penosa situación de tener que aclarar que su pueblo -el verdadero pueblo: el que labora la grandeza nacional con su trabajo serio y honrado- no tiene absolutamente nada que ver con este nuevo intento mitinero, al que repudia, lo mismo que repudia a los que traicionan el mandato popular, para los cuales puede haber remedio y castigo en la oportunidad de la convocatoria electoral ya efectuada.

 


En base a recuerdos..
Escribe Celso A. Pache

Mi proposito es llegar al lector con hechos acaecidos en mi niñez y que posiblemente evoquen los mismos en muchos moronenses recuerdos casi olvidados.

Mi padre vivía donde hoy es la Necrópolis, en el actual parque. Poseía una casona donde se destacaba en su frente una glicina enorme. Allí era el punto de reunion de las familias que concurrían al Cementerio. Con mis hermanos correteábamos por el lugar tratando de ganarnos una propina con el fin siempre de comprarnos una "bolita" o una torta pascualina (5 centavos viejos). Concurríamos a la Escuela Nº 14 en la vieja quinta de Saporiti. Era Directora en ese entonces la Srta. Lía Núñez Chaneton y mi primera maestra fue la señorita Amelia Dartayet. Luego fueron las Srtas. Badet, Mazini, la Srta. de Rodríguez, terminando mi primario en el Colegio Nº 1. La Directora era la Sra. de Schettini y mis maestras la Sra. de Gómez, la Sra. de Giovanetti y la Srta. "Mecha" Farias Alem. A todas mi agradecimiento y recuerdo cariñoso. Si de alguna me he olvidado es involuntario.

En la Escuela Nº 14 donde los varones haciamos las mil y una robábamos a veces frutos de los árboles. Entonces las maestras al enterarse nos aplicaban una penitencia, que podía ser: el planton mirando la pared, el golpe de puntero a los dedos o escribir despues de clase 200 veces "debo portarme bien en el Colegio".

Enfrente al establecimiento educativo se encontraba el almacén despacho de bebidas y librería de Pedrito "el alemán". Así le deciamos pero en realidad es lituano. Este moronense era como el padrino de la Escuela. Siempre estaba dispuesto a ayudar a la misma. ¡Lindos recuerdos! Nuestra taza de chocolate en el segundo recreo, las fiestas patrias y también el miedo al "Inspector". Teniamos también nuestras peleas con todo nuevo vecinito. Y nuestros juegos se desarrollaban en un baldío, hoy Plaza Hipólito Yrigoyen. Nos entreteniamos en esa época en la billarda, rango y mida?, rayuela, bolitas, balero hecho con latitas de conserva, fútbol y también a la r? con monedas de cobre, etc. A veces corríamos carreras a caballo "en pelo". En una oportunidad nos caímos con mi hermano en el centro de la laguna del "Tambo Carnaval": ¡buen susto y chapuzón nos dimos!

En mi sexto grado fue compañero del actual Monseñor Hugo Sirotti. Con este y con Dante Ghedin? formamos un trío que se dedicaba a recoger nidos de aves para el Colegio y su posterior estudio. En una oportunidad fuimos con un charret al campo de duraznos (hoy VII BRIGADA AEREA) y tuvimos que salir "disparando" antes que nos hicieran fuego con cartuchos de sal.

Cuando nos mudamos, recuerdo que estaba terminado el adoquinado que llegaba justo hasta nuestra casa. La línea de ómnibus del Sr. Guzzani hacia sus primeros viajes a Liniers. Los asientos de los transportes eran dispuestos lateralmente en filas enfrentadas. En esos años el boleto costaba hasta Liniers quince centavos viejos.

En los dias en que se conmemoraban la fiesta de Todos los Santos y el Día de Difuntos, en el baldío frente al Cementerio las familias llegadas de lejos en sulky charret y otros medios hacían noche en carpa (aproximadamente en el 1929 al 39). Se veía por doquier la olla de tres patas donde se cocinaban chorizos, pancetas, etc., que se vendían al publico concurrente.

De la avenida De Las Tropas, despues Porvenir, luego Zeballos, luego Manuel Fresco y ahora Hipólito Yrigoyen nace otra avenida llamada antiguamente Camino a Lobos, despues Figuroa Alcorta. Este nombre se sustituyo posteriormente por Marcelino Ugarte, Presidente Perón, Crucero La Argentina y hoy se denomina Comodoro J. J. Pierrestegui. Era el camino obligado de las chatas tiradas por bueyes que con su carga de verduras hacían el trasbordo en el empedrado. Aunque en un momento la ruta fue mejorada y con guarda-ganados, estas modificaciones duraron poco tiempo y siguió con sus famosos pantanos.

Por esa época yo solía ir con mi padre a cazar perdices o liebres donde se encuentra actualmente el ombú del Corralón Municipal y mas atrás en la Laguna de Cassaniga? los patos.

En "Villa La Calabria", despues llamada Rafael Amato, hoy Gervasio Pavón, Don Pablo Mollo era el encargado del Destacamento de Policía y en su zona se encontraban las casas quintas de las familias Cigarroa, Blanco, Stratta, Hueso, Orense, Guarino, Bellora, Paz García, Sxx Echave, Cipolla, etc. El Tambo de Carnaval, donde tomábamos leche recien ordeñada, ofrecía el espectáculo pintoresco de sus piletas llenas de xx donde colocaban los tarros llenos de leche. También veíamos su famoso palomar y su toro bravío con cadenas debajo del peral.

A un querido amigo hoy fallecido, Antonio Milano, se le debe la prioridad en la creación del Colectivo-Taxi (viejo coche) que desde el Cementerio hacia viajes hasta Barrionuevo u otro lugar, lloviera o no. El siempre salía con su carga humana; a veces yo lo acompañaba. Este vecino amenizaba el trayecto con su talento de artista en sus recitales y anécdotas adornados con su eterna sonrisa. Fue un hombre trabajador honesto.

Evoco los bailes familiares que se realizaban en Rafael Castillo, Casanova y otros lugares. Concurríamos a los mismos los muchachos y chicos del barrio. Íbamos apiñados en un Ford T de mi padre. Viene a mi memoria que cuando llovía se quedaban empantanados otros coches, pero nuestro "fordcito" salía airoso y sin ningún inconveniente llegábamos a Morón. Es importante tener en cuenta que cerca de mi vieja casa era la terminal de las "Mil millas" donde fue ganador Pedrasani. En ese entonces Juan Gálvez corría por primera vez de acompañante de su hermano Oscar y se clasificaron en 4to termino. Se decía que la Ford le regalo el coche por haberse clasificado antes del 5to? lugar.

Después, siendo yo estudiante, los ómnibus a las 10 de la noche terminaban su recorrido. Por lo tanto debía hacer a pie la trayectoria de la Estación a mi casa. Calles obscuras en épocas violentas donde el diario "Critica" en una oportunidad expreso lo siguiente: «¿Quiere morir? Vaya a Morón.»

Contraje matrimonio siendo el Padre Juan Presas quien lo celebró. El mismo sacerdote, nuestro querido Padre Juan, junto a la honorable figura de Monseñor Raspanti, hoy son dignatarios de nuestra Catedral.

No debo olvidarme tampoco de las fiestas aéreas que se realizaban en el Aeródromo Civil. Eran famosas las pasadas de vuelo invertido que realizaba el aviador Cigorraga y también los pasajes en vuelo de un asiento a otro de otros acróbatas del aire. También se destacaba la famosa Carola Lorenzini como piloto femenino (decada del 30).

No quiero hacer más extensivo este relato, pues son muchas las anécdotas que dibujan el pasado pintoresco de nuestro querido MORON, hoy pujante y progresista.


Una cronica de Jose M. Ferreyra

El Moron de hace sesenta aÑos y fermin Estrella Gutierrez
El destacado escritor argentino brinda a "La Tribuna" interesante crónica evocativa

Al cumplir nuestro diario medio siglo de vida, quisimos tener el testimonio de un distinguido escritor argentino que hace mas de sesenta años vivio, de niño, en Morón. Se trata de Fermín Estrella Gutiérrez, cuyos datos biográficos mas importantes recordaremos a los lectores:

Poeta, cuentista y ensayista. Actuó en la docencia durante cuarenta y dos años consecutivos. Fue profesor de Literatura en la Escuela Normal de Profesores "Mariano Acosta" y en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, vocal del Concejo Nacional de Educación y subsecretario del Ministerio de Educación de la Provincia de Buenos Aires durante la intervención del general Ossorio Arana. Socio fundador y dos veces presidente de la Sociedad Argentina de Escritores y fundador del Museo del Escritor de dicha entidad. Actualmente es vicepresidente de la Academia Argentina de Letras y miembro de numero de la Academia Nacional de Ciencias, de la Academia Argentina Rubén Darío, de la Academia Belgraniana y del Instituto Sarmiento de Sociologia e Historia. Es también miembro correspondiente de las Academias de la Lengua de Honduras, México y Venezuela. Ha realizado numerosos viajes al extranjero y es autor de unas cuarenta obras, entre libros de poesías, de cuentos, novelas, libros de ensayos, de historia literaria, de viajes y memorias, etc. Solo citaremos entre ellas, "Nocturno", "Sonetos de la soledad del hombre" (Premio Nacional de Poesía), "Sonetos del cielo y de la tierra", "El libro de las horas", Historia de la Literatura americana y argentina", "Historia de la literatura española", "Recuerdos de la vida rectoraria", etc. Varias de sus obras han sido traducidas a diversos idiomas.

Al preguntarle a Estrella Gutiérrez, a quien visitamos en su casa del barrio Caballito, como era el Morón de entonces, nos contesto, despues de una pausa, y como quien trae de muy lejos un recuerdo querido:

Vivi en Morón con mi familia en dos ocasiones; siendo un niño en 1913 y en mi adolescencia, hacia 1916. Mis recuerdos de Morón en una y otra fecha, cuentan entre los mas hermosos y felices de mi vida. El Morón de 1913 -yo tenía entonces doce años-, era bien distinto del de ahora. Era un lugar de veraneo para familias conocidas de Buenos Aires, que poseían allí quintas, algunas de ellas de una o mas manzanas. (Entre otras recuerdo a las familias de Ayerza, Demarchi, Leloir, etc). Tambien vivían allí descendientes de dos proceres de Mayo: MOreno y Matheu. A un nieto de Domingo Matheu lo vi una vez, muy viejito, de sombrero de media copa y levita, de regreso de misa, un 25 de mayo por la mañana. El casco del pueblo lo constituían casas todas de una planta, de construcción antigua, con balcones o rejas de fina herrería, de habitaciones corridas? y grandes patios llenos de plantas y fondos con frutales.

Fuera de las pocas cuadras del "centro", ya todo eran quintas, llenas de frutales, con laureles blancos o rosas en los cercos y el chalet fin de siglo en su interior. Las calles, en las afueras eran de tierra bordeadas de yuyales, donde proliferaban los pinchosos cardos cubiertos de flores moradas en primavera. Unas cuadras mas lejos, estaban los "campitos", donde a veces íbamos a jugar. Las calles estaban arboladas. Veíamos cubrirse de verdes racimos y luego azularse, a los paraísos, con cuyas ramas convertidas en ilusorios caballos correteábamos en la calle. Nosotros viviamos en la calle Itapiru, hoy creo ingeniero Boatti, cerca de Brown, en una casita que tenía al frente un altísimo y frondoso roble adonde nos trepábamos en la siesta. Iba con xx hermanos al colegio San José, que estaba a una cuadra de la plaza, en la misma acera de la Iglesia. El director era Gervasio Pavón, que pasaba revista a toda la escuela por las mañanas, antes del comienzo de las clases, para ver si íbamos aseados. El patio, al fondo, era grande, enladrillado, con árboles y allí jugábamos (el rescate, las bolitas, la mancha, la rayuela, esos eran nuestros juegos), muy felices. Los domingos íbamos en fila, desde el colegio, a la Iglesia. El párroco era el P. Darbón, del que guardo un excelente recuerdo. Al lado de la Iglesia estaba la Intendencia, de puerta ancha, y a cuyo patio vimos un domingo, al salir de la misa, entrar una ambulancia y bajar de ella en camillas, a dos vigilantes cubiertos de sangre, muertos poco antes en un comicio cercano, pues era día de elecciones.

En el centro, en una calle transversal a Alte Brown, estaba el teatro Italia Unita, donde se realizaba a fin de año la fiesta de fin de curso y distribución de premios del Colegio San José, la reunion social probablemente mas importante del año. Los carnavales eran fantásticos. El corso se llevaba a cabo alrededor de la plaza. En el año 1913 no recuerdo que hubiera automóviles en Morón Se usaban coches de caballos. Los que esperaban en fila en la estación del ferrocarril eran altos, se subía por atrás y estaban cerrados por cortinas de encerado negro.

Los que participaban del corso eran descubiertos, adornados de flores y desfilaban llenos de mascaras, mientras se intercambiaban serpentinas y papel picado entre los coches y los palcos, bajo las luces de colores del alumbrado y entre el bullicio de la gente. También participaban del corso carros y "chatas" muy adornados con ramajes y colgaduras. En dichos carnavales participaban las familias mas conocidas de Morón, gente que venia de Buenos Aires y el pueblo, sin distinciones de ninguna clase. Los lecheros hacían el reparto a caballo, con uno o dos tarros de leche colgando del recado y los verduleros iban en carro por las mañana, de casa en casa, dejando la verdura y la fruta. No recuerdo que hubiera ningún cine y había muy pocos negocios. El teatro ya citado era mas bien para actos y fiestas.

Un domingo en que diluviaba, se anuncio que iba a dar en dicho local una conferencia la entonces celebre escritora española Carmen de Burgos (Colombina), autora luego de una excelente biografía de Larra, pero la conferencia, a la que me llevo mi padre, se suspendió por la lluvia y la falta de publico. Algunos nombres de familia de entonces -¡de hace sesenta años!- que recuerdo: Ossorio, Baker, Smith, Passalaqua, Richard, Duarte, Pizzamiglio?, Palmero, Gaudino. Quiero recordar que había un médico que se llamaba Reineke y otro Bertagnolio, pero no estoy seguro.

La vida en el Morón de entonces era tranquila, casi idílica. Nos levantábamos temprano. El día se pasaba entre la escuela y los juegos. No había ruidos molestos, ni prisas, ni embotellamiento de vehículos en las calles, desiertas estas a la hora de la siesta. Aun percibo el perfume de las rosas y de los laureles que cercaban las quintas. Las noches de luna, entre las sombras de los eucaliptos y paraísos, eran de ensueño. La familia y los seres queridos lo llenaban todo.

¡Qué lejos, por desgracia, todo eso! Que no daría yo por desandar los años y volver al inolvidable Morón de mi niñez!...

 


La plaza de Moron

«Adolfo Alsina» se llamó la Plaza de Morón hasta el año 1950, Centenario de la muerte del Gral. San Martín, en que fue cambiado su nombre por el de «Plaza del Libertador», a la vez que se inauguraba el monumento al Padre de la Patria, que se erige en su centro, y se plantaba en sus canteros el retoño del pino histórico de San Lorenzo.

En 1925 la Plaza era mucho más modesta: no solo no tenía ningún monumento, sino que su única admiración era un «quiosco», de forma octogonal, mas o menos de 50 metros cuadrados de superficie y un metro de altura, al cual se llegaba por una escalera en su lado norte. Desde allí se brindaban conciertos por bandas militares y civiles, y servía también de palco en las manifestaciones oficiales y políticas.

Con posterioridad, y como resultado de las utilidades del Corso de Carnaval, en 1927 o 1928 se instalo una pequeña fuente y cuatro faroles de varias luces a su alrededor. Más tarde se levantó allí el monumento a la Independencia, que al erigirse el de San Martín fue trasladado a la Plaza de Villa Sarmiento, donde aún se conserva.

Antes de procederse a la remodelacion con su fisonomía actual, dispuesta por el Intendente Rafael A. Amato, la plaza estaba circundada por una amplia vereda que, según constancia de una gran placa de piedra que ubicaba en el suelo, frente a la entrada actual de los Tribunales, era debida al «valioso concurso del doctor Estanislao S. Zeballos» que fue Ministro de Relaciones Exteriores y conspicuo vecino desde su quinta «Victoria Farm» en lo que es hoy Castelar.

 


Moron hace cincuenta aÑos

“Morón de 1925 Centro y periferia que casi se alcanzan. Virtualmente, la ciudad termina por el sur, en la Avenida Porvenir -hoy Hipolito Yrigoyen-, llamada tambien "la calle Ancha" o de las Carretas. Por el Norte, la iniciacion del Camino a Hurlingham marca el limite urbano; hacia el Este la calle Pueyrredon sobre Rivadavia, y mas adentro las estribaciones del "Monte Coffin" o la Quinta Amarilla señalaban el acceso a un lugar peligroso, elegido frecuentemente por los aparecidos -"la Viuda", "Chancho", etc.- ; hacia el Oeste, el Puente de Maison indicaba, por el camino de tierra, la no muy cercana entrada a Castelar, estacion nueva entre Moron e Ituzaingo, creacion de Lertora, directivo del Ferrocarril Oeste, que tenia alli su quinta lindando con la de Ayerza.

Acercarse a lo que es actualmente la Avenida Yrigoyen -lleva este nombre por disposicion del Intendente D. Cesar Albistur Villegas, pero antes el Intendente Rafael Amato, que la habia urbanizado y embellecido, la denomino Boulevard Gobernador Manuel A. Fresco- y mucho menos al Cementerio, que cuidaban desde siempre, primero "Angiulin" Pache, luego su hijo D. Juan Pache, antecesores de las hoy titulares de la Empresa de ese apellido; o pensar en una excursion a Quinta Amarilla, era una aventura que pocos se animaban a emprender.

Resultaba, en cambio, grato y afable el paseo por el centro de Moron, un gran patio familiar en el que todos se conocian, se saludaban...y chismeaban, haciendo a veces cierto aquello de "pueblo chico, infierno grande".

¿Y si dieramos un paseo evocativo por ese Centro, y recorrieramos sus principales calles? Empecemos por San Martin. Arranquemos desde la zapateria Alo, que acaba de inaugurar su prospero e inusual edificio de dos pisos en la esquina que da a Rivadavia, y atravecemos esa cuadra hasta llegar al viejo almacen de Velazco -luego Mustoni-, en una de las esquinas con Brown, y enfrente la tienda de los hermanos Agulleiro, que acaba de trasladarse alli desde su viejo local de 25 de Mayo, adonde las veraneantes buscaban los motivos para presentarse mas hermosas y atractivas en sus vestidos de organdi o de pique. En la otra esquina, las figuras amables y buenas de D. Teodoro Castaños y su esposa doña Paula regenteaban, con la colaboracion de sus hijos, la vieja y tradicional panaderia. Trascendiendp sus limites, la casa siempre cuidada de los Garmendia, que sigue firme, con su ultimo morador y tambien el ultimo porfiado exponente de una epoca- de la "belle epoque" de Moron- y mas alla...¡ah! esperemos a las seis de la tarde, y veremos, cada una en su balcon, cuidadosamente emperifolladas y con la infaltable flor adornando sus pechos, a "Pepita" Bianchi y a su hermana, ambas viudas cincuentonas y presumidas, aferradas a una coqueteria que les desaparecia con la vida!...Un poquito mas, a mitad de cuadra, la casa solariega del Dr. Jose Maria Casullo albergaba ahora a su hija, Maria Isabel Casullo de Argerich, viuda desde hacia muchos años, y tambien visitada durante muchos años por D. Elpidio Gonzalez, luego vicepresidente de Alvear, de quien se decia que fue el unico y grande amor. Doña Maria Isabel mantenia su tradicional casona: la magnolia en el primero de los tres grandes patios; el pabellon de huespedes, que dirigia la mirada cuidadosa de Celina Villegas, la "mama-tia" y hermana de Da. Isabel Villegas, la esposa del Dr. Casullo; un serie interminable de dormitorios; el extenso comedor; la gran cocina con numerosa servidumbre, y luego la salida "de carruajes" por la entonces calle Constitucion, hoy doctor Jose Maria Casullo. Si fueramos a evocar la figura de Maria Isabel Casullo necesitariamos otra cronica, quiza mas extensa que esta. Pero hay que seguir caminando, y llegaremos a la casa de Bonino -todavia esta alli la Escribania-; la de los Fernandez Lotour, y la esquina donde al poco tiempo edificarian su casa D. Jose Maria Castaños y su señora Angelita Odriozola.

¿Cruzamos la calle? ¿Que habia, antes del Colegio San Jose, en la esquina de San Martin con Alsina, o Lavalle, o como se llama ahora: "Nuestra Señora del Buen Viaje"?

Estaba el San Jose, que siempre fue Colegio. Antes era del maestro Vergara, hasta que llegaron a lo que es hoy gigantesco y ejemplar emporio educativo. Y al lado estaba la casa de otra vieja maestra moronense, ya con muchos años a cuestas: Deldamia? Palacios, que vivia sola, con la unica compañia de una fiel servidora, familiar figura de Moron. Mas alla, junto a la de Giovanetti, Doña Antonia Repetto de Ferrari, en una vasta y muy bien puesta residencia, vivia con sus hijos Estaban y Francisco Blas "Bebe?" (casi todas estas antiguas viviendas, mas la quinta de Solveyra Casares y la casa del doctor Campos Otamendi, por la hoy calle del Buen Viaje, fueron absorbidas en etapas sucesivas por el Colegio San Jose). Enfrente, don Bernardo Ondarts...pero lleguemos al almacen de Barlocco y a la carniceria de Mercadal, y demos vuelta por Bartolome Mitre, dejando a la mitad de cuadra de San Martin entre Mitre y Garcia a la entonces gallarda casona habitada por daña Tula Arana de Ossorio -ya se habian casado dos de sus hijos: Haydee, con el Ing. Ernesto C. Boatti, entonces joven promisoria figura de la politica y diputado nacional, y Arturo de conspicua actuacion en episodios de la vida nacional muchos años mas tarde, con Cora Albistur Villegas-; y mas lejos, entre Garcia y Pellegrini, a la residencia de los Fernandez Gache, vecina a la que despues ocupara la familia Gonzalez: Guillermo, Maximiliano, Mario, Urbano, todos con conocida actuacion local.

Volvamos por Belgrano: de un lado la casa grande de D. Luis Minoli, y enfrente, mas hacia el almacen de Mombelli, luego de Juan Degenado, la casa que ocupo el Dr. xx y luego la familia Diehl, con sus hermosas,atractivas e inabordables hijas. Cruzando la calle y pasando la colchoneria del Biancotti, con su tapera fuera de la linea municipal, aparecia la Joyeria de los hermanos Cosme y Jaime Dell'Eva, que cerro hace poco, sin esperar a cumplir el centenario de su fundacion; mas alla la imprenta que aun lleva, en otro domicilio, el primitivo nombre de LA TRIBUNA y que fuera la primera sede de este periodico, propiedad de sus fundadores y primeros directores, Don Juan Bautista Garcia y Juan Victor Rodriguez; Pekorry atendia su pequeña muebleria, que mas tarde, en un impulso que trastorno sus planes, convertiria en el magnifico edificio de la hoy muebleria "La Plaza", de Robin y Gelman, y un poco mas lejos -no estaba todavia Pavese, pero si inauguraban los jovenes hermanos Sommariva la primera casa de "articulos para caballeros", al lado del Bar de Duarte, antes de Volpi, que hacian, con el Cafe de Labarta en la misma esquina de Brown -orquesta y numeros en el palco elevado- los lugares de reunion de los parroquianos de entonces. En dos casonas casi gemelas vivieron, por ese entonces, los Montero Lacasa, el Dr. Romero V. Lima y el escribano Bartolome Natal. Me olvidaba: en un estrecho local, la vineria "La Superiora" vendia, 26 centavos el litro y a diez centavos el vaso en el mostrador, el licor que servia para desde hacer olvidar un desengaño amoroso a alguien no muy cuidadoso de su concepto, hasta satisfacer las constantes solicitudes de Pedrito Chicleta o Garrote, este mas pulido pero los dos especimenes de borrachos populares, cuya jerarquia jamas se volvio a cubrir.

En la esquina de Brown y Belgrano -30 metros por Brown, mas de 70 por Belgrano, la casa quinta de doña Flora Ramayon de Martinez Campos, en la cual vivia un familion: las Ramayon- una de ellas, Esther, seria luego la esposa del inolvidable D. Alfredo Bayardi, pionero de Castelar- y sus sobrinos del? Rivero. Despues vivio en ella la familia Obligado, tambien emparentada con los Ramayon. Enfrente, la casa "nueva" de D. Pepe Gonzalez Podesta, que luego de un noviazgo de treinta años con Antonina Cascallares, decidio casarse con Zulema Garrido Oromi, perteneciente a una distinguida familia moronense. Otra de las Garrido, fallecida hace pocos dias, casose con Alejandro Schoo (h), y la tercera, Mercedes Amalia, de rara belleza e inteligencia, permanece soltera y reside en Ituzaingo.

Por 25 de Mayo descollaba el Cine "Italia Una", donde desfilaban desde Carlos Gardel hasta "Lucerito del Plata", en sus numeros de "varietes", que completaban el programa cinematografico. Los hermanos Campos llenaron muchos años de la actividad de la sala, que desde hace muchos años se denomina "Cine Moron". Celestino, Alberto, Juan y Carlos Homocarie? -solamente sobrevive este ultimo- vincularon sus nombres al Cine, del que fueron empresarios cuidadosos. Pero en 1925 competia con sus espectaculos el Cine Radium, que ubicaba en 25 de mayo, desde Sarmiento hasta Rivadavia. Varios comercios lo rodeaban, y entre ellos la peluqueria de don Trifon Bevilacqua, que con las de Vilaplana y Pennini ubicaban a pocos metros de la misma calle. Trifon Bevilacqua, como Pascual Pennini, eran tipos respetados y populares. Penini tenia en su negocio un mueble con mas de cien cajoncitos, en cada uno de los cuales se guardaban las navajas y utensilios para afeitar y cortar el pelo de los respectivos clientes, bajo sus nombres en una tirilla de estaño, en los que se incluian desde el Cura Parroco, el Padre Pablo Darbon y el Intendente de turno hasta el modesto empleado que deseaba darse el lujo de que lo afeitaran y le cortaran el pelo con sus propias herramientas.

¿Y la casa de los Grana, del viejo Grana, socialista avanzado y versado, cuyos hijos tenian nombres significativos de su ideologia -recuerdo a Futuro y a Gorki, este ultimo destacado y querido actual convecino- con los ladrillos sin revocar, que los caños en exhibicion delataban la profesion de su ocupante, ampliamente conocido por otra parte? Enfrente la farmacia de Schwarzberg -la actual Cravenna, antes Ceferino por el nombre de su primitivo propietario, ex dependiente de Cogliatti, aparecio en la decada del 30- en la figura amable de D. Natal Schwarzberg obsequiaba confites y pastillas de eucaliptos a la clientela menuda. (Eran los tiempos en que "la yapa" constituia una verdadera institucion: caramelos o galletitas en los almacenes, algun bizcocho o tortita en las panaderias, ni que hablar de la abundante "carne para el perro", corazon o higado en las carnicerias).

Y en la esquina de Rivadavia, la tienda "El Progreso", del "gallego Marti", ostentaba en su frente dos enormes placas de marmol blanco (que el propietario habia comprado cuando se remataron las existencias de un negocio homonimo muy importante de la Capital Federal, de categoria pareja a "la Ciudad de Londres", "A la ciudad de Mexico", o "Gath y Chaves") en las que se hacia referencia, por las circunstancias que detallo entre parentesis, por las circunstancias que detallo entre parentesis, a su "Casa de compras en Paris", dando dos direcciones: en la Rue de la Paix y en la Rue de l'Echiquier: en la Rue de pobre Marti no conoceria ni por mentas. Enfrente el Mercado Moron habia abierto recien sus puertas, y sobre la misma esquina una rotiseria a cargo de Alejandro Mustoni y Botta ofrecia el aperitivo a los dandys de entonces, a la salida de misa de 10.

¡La salida de misa!...El tango "Misa de 11" define muy bien ese acontecimiento en la epoca. Los saludos, las miradas furtivas, los encuentros a conversar en las relaciones mas avanzadas, fueron los prolegomenos de muchas uniones que hoy han dejado, en sus descendencias, ese cariño a Moron que es una de nuestras mas estimables caracteristicas.

¿Recorremos ahora, en paso rapido, pues esta cronica corre riesgo de copar la edicion del cincuentenario de LA TRIBUNA, las calles transversales: Brown, Alsina, Mitre, Rivadavia?...Por Rivadavia empezamos. Son tres cuadras las que nos interesan: desde San Martin hasta Brandsen, hoy 9 de julio. La indole de esta cronica no nos permite salir de lo que se llamaba "el centro". En Rivadavia y 9 de julio acaba de instalarse el Banco de la Provincia, y enfrente, en los inmuebles que ocupaba la Compañia Alemana de Electricidad (despues CHADE -Compañia Hispano Americana de Electricidad-, ambas anteriores de nuestra actual SEGBA, pasando por su ultima sigla CADE), la familia Mendizabal -la vieja casa de los Fluguerto- se construye el edificio del Banco de la Nacion Argentina. Quedan dos esquinas: en una esta la panaderia de Braga, y haciendo cruz con ella la quinta de Grattone, donde hoy esta el Bar Tokio y negocios adyacentes. Donde esta SEGBA ahora estaba la vieja quinta de Roca, hermano del General, y en 1925 con la CHADE instalada alli, podian disfrutarse aun los maravillosos cielorrasos, que eran verdaderas obras de arte en escultura, dorados y pinturas de tipo renacentista. A la vuelta estaba la otra quinta de Roca, luego del Dr. Gerardo Palacios Hardy, despues adquirida por D. Felipe Ferrari, quien le dio su actual fisonomia y continua residiendo en ella.
Por Rivadavia hacia el Oeste llegamos a 25 de Mayo, de cuyas esquinas algo dijimos. Trasponiendolas, estaba la cocheria de D. Evaristo Berduc, luego de Berduc y Duarte, precursora de la actual empresa Duarte. Enfrente, las señoritas de Semeria ayudaban a su padre en la administracion de su gran establecimiento maderero, contigua a la resdencia familiar que hasta hace pocos meses subsistio. Mas alla la casa de los Oyharzabal, y enfrente la quinta de los Aguilar Lacasa, propiedad de los Passadore, donde luego se instalaria el Club 77 (la familia Aguilar Lacasa parece ser precursora de clubes: la quinta de Mariano Aguilar Lacasa, en la calle Machado, fue mas tarde adquirida por el Circulo de la Raza, donde aun tiene su sede la prestigiosa institucion).
La calle Brown -¡ah, la calle Brown, sobre todo entre 25 de Mayo y Belgrano, fue y es aun el meollo de Moron!- "el corazon de la ciudad", tenia hace medio siglo varios de los comercios mas tradicionales de la ciudad: la Cafeteria de Franceschino, la Confiteria de Massa, la cigarreria de Degenaro, la Sociedad Española, la casa de don Zoilo Rosso -que pelearia con Santos Tesei, por años, la designacion con sus respectivos apellidos de la Villa que al final llevo el nombre de este ultimo-, la sastreria de Cupaiuoli y la talabarteria del frances Beraru?.

Cada uno de esos comercios podria servir para un capitulo aparte. Dejemosle la tarea a quien quiera abordarla mas adelante. Pero, indudablemente, no podemos reducirnos a mencionarlos tan solo, pues cada uno de ellos, reiteramos, puede resultar una historia viva de Moron: la Confiteria de Massa, con sus famosos alfajores, su retrato de Mitre y el viejo reloj presidiendo los añejos mostradores que nos mostraban la delicia de las variedades de golosinas, desde los "chanchitos" a dos por cinco centavos hasta los cocos blancos que se derrretian en la boca embelesada. Y don Juan Massa, por la noche, algo achispado, con su clarin haciendose presente en el Bar de Duarte, ante la mirada ceñuda de don Justo, que no queria bochinches, y los alegres festejos de "Penelon" Sabatier, Chiquito Boriano?, Piscueto Sagasta, el "Tero" Rillo, Miguel Pirosanto, Cesar Albistur, los Solveyra, los Ferrari, Alejandro Fernandez Gache y toda esa pebetada que hoy sobrepasa los sesenta y de la que algunos ya han desaparecido. La zapateria de Mustoni era centro de reunion politica, y alguna o algunas veces fueron coronadas con la asuncion de don Pedro Mustoni -su titular- como Intendente Municipal. En cuanto a Cupaiuoli, que culminaba las pruebas? de los trajes con su caracteristico: "pintadito, pintadito" que servia al comentario jovial, o la talabarteria de Berard, que surtia de monturas y aperos a los todavia numerosos jinetes de entonces, no obstante que los automoviles con capota y las voiturettes ya empezaban a desplazar la traccion a sangre, empezando por el fabuloso "Cord" de los Lavignolle y terminando con los parsimoniosos autos de De Paoli o de Semeria, que nunca pasaban los 30 kilometros de velocidad; o el viejo De Genaro sentado a la puerta de la cigarreria todos eran instituciones dignas de especial consideracion. Pero debemos seguir el periplo, y llegar a la calle Lavalle -luego Alsina, hoy Nuestra Señora del Buen Viaje-, donde nos encontrariamos, desde San Martin, con el tradicional distinguido Club Progreso, la creacion de Don Eusebio Giménez - el fundador y donante de la Biblioteca Sarmiento-, cuyas puertas eran cuidadas por el "negro Eusebio", de riguroso y vistoso uniforme, y sólo eran franqueadas a los que -signo de la época- demostrasen formar parte de "la sociedad" de entonces, compuesta casi totalmente por familias aristocratizantes venidas económicamente a menos, y que mantenían más cuidado en sus pujos distinguidos que en pagarle puntualmente al lechero. Bien es cierto que había otras -las menos- que mantenían con su status financiero el empirogotamiento social. Cuando el Club Progreso -sus presidentes fueron el escribano Eusebio Giménez, D. Zoilo Rosso, "Yayo" Solveyra Casares, Andrés Ventura Giménez, el Dr. Benjamín Martínez, el escribano Luis F. Vincent- cerró sus puertas, el Bar Volpi ocupó su gran salón, y sus amplios ventanales, cubiertos con cortinados de felpa que ocultaban el lujoso interior, fueron abiertas para dejar paso al esparcimiento ciudadano sin discriminaciones.

Contiguo al Club estaba el viejo edificio Municipal, luego ocupado por el Colegio Nacional y ahora por los Tribunales. Entre éste y la Iglesia de la Inmaculada Concepción -hoy Catedral Basílica- estaba la Farmacia Cogliati, con la casa familiar, todo lo cual conforma el edificio que hoy ocupa el Obispado. Pasando Belgrano, cuyas esquinas ya hemos descripto, estaba la casa de los Basso Munilla, del "cieguito" Lynch y sus bellas hijas, de Merchante, de Caratti, de Blanco, de Pirosanto, y enfrente la verdulería de Gargiulo, la casa de Caro, la Sociedad Italiana- "Societá Italiana di Mutuo Soccorso" ostentaba su frontispicio- y al lado la vieja casona de los Villegas, ahora dividida en dos: en un lado con el escribano Federico N. Spinosa, su esposa María ESther Villegas y su hijo Oscar, y en el otro, D. Enrique I. Albistur, su esposa Isabel Villegas y sus hijos Cora, Enrique, César y Edith. Más hacia 25 de mayo una viejísima casa de Guerrico, que ahora ocupaban los Merchante, y en la esquina la quinta de Giannello.

Trascendiendo 25 de Mayo, estaban la librería e imprenta "El Imparcial" de los hermanos Rezzonico; la zapatería de Angeleri y casi al fondo, la quinta que ocupaba, antes de trasladarse a la calle Yatay, el doctor Ernesto L. O'dena.

Más allá...¡tantas cosas, tantas evocaciones hay para "más allá"!...Terminemos aquí este paseo, sequémonos esta lágrima que no sabemos por dónde ha aparecido, démosle soltura al corazón estremecido y pidamos disculpa por tanto como hayamos olvidado, prometiendo que, antes de celebrarse el otro cincuentenario de LA TRIBUNA, al llegar al siglo de su vida tan ligada a Morón, habremos de continuar con estas crónicas que tanto aportan, que tanto dejan a la nostalgia, al recuerdo y al cariño por este hoy feo pero siempre querido Morón de lo mejor de nuestra vida...”

 

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