jaimes, cÉsar

reseÑa para la historia de Castelar


 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

Los OrÍgenes

“Es nuestra obligación, como integrantes del gran Partido de Morón, recordar previa y sucintamente, aquellos hechos que lo ubican -dentro de la trayectoria de los partidos bonaerenses- en un lugar de gran privilegio, por sus antecedentes históricos, reveladores de un espíritu altamente patriótico, profundamente criollo y de honda raigambre nacional. Y nos sentimos orgullosos de integrar un partido, cuya antigüedad se remonta a principios del Siglo XVII, cuando el gobernador Hernando Arias de Saavedra dispone establecer un Campamento militar en la zona que hoy corresponde al centro de la ciudad de Morón, tomando aquella decisión ante los continuos ataques de los indígenas que poblaban los contornos, eligiéndose ese lugar por su altura y condiciones topográficas, que hacían más efectiva la instalación de esos fortines, destinados a defender la zona y sus habitantes.

Aquellos conglomerados defensivos pasaron, años más tarde, la línea de fortines entre los que figuraban: San Nicolás, San Antonio de Areco, Luján, Merlo, Magdalena, Morón y Río de la Plata, que delimitan “el desierto”, zona de acción de los pampas, ranqueles y querandíes, dominios del famoso cacique Yaité. Permitieron además, la llegada y aposentamiento de familias colonizadoras, dedicadas a la agricultura ya la cría de ganado vacuno y caballar. Así fue que por estos pagos comenzaron a cumplir con sus rudas tareas, los llamados faenadores, gauderios, changadores y gauchos, quienes por su fortaleza y extraordinaria habilidad de jinetes, realizaban los trabajos vinculados con la ganadería, y por ende los relativos a cueros en general, una de las más importantes riquezas de entonces. Sabemos también por testimonio que hallara el historiador y presbítero Juan Antonio Presas, que el Virrey Pedro Zevallos señaló como al mejor, al trigo sembrado en esta jurisdicción, trigo que sin duda alguna fue el comienzo inaugural de nuestra riqueza agraria. En cuanto ala hacienda vacuna, basta señalar que en la Sesión del Cabildo del 12 de setiembre de 1757, se leyó una representación que hiciera el vecino Don Francisco de Merlo, en la cual manifiesta los perjuicios que causan, en las sementeras de trigo, las haciendas que con demasía, hay en las chacras de la Cañada de Morón...

Cabe destacar también, como muy importante tarea de nucleamiento social, la correspondiente a las actividades efectuadas por las órdenes religiosas. Y así nos encontramos con que el Cabildo Eclesiástico de Buenos Aires, al crear las Parroquias en el año 1730, dejó que cada uno venerase al Patrono de su devoción, y he aquí en la Capilla de Merlo se honraba a la denominada “Concepción del Camino”, pero al mudar de sede la iglesia parroquial, se trasladó a la Cañada de Morón, modificando la segunda advocación, pasando a denominarse la Virgen del Buen Viaje. De tal manera los documentos eclesiásticos del año 1776, época de la fundación del Virreinato del Río de la Plata, mencionan ya la Parroquia de Nuestra Señora del Buen Viaje, como punto de reunión obligada de carretas, diligencias, volantas, chasques y viajeros en general, en sus andanzas por las primeras rutas que atravesaban la inmensidad de las pampas. En esa misma época y debido a que se establecieron correos fijos terrestres entre Buenos Aires, Chile y Perú, surgieron a la vera de esas rutas, las famosas postas que comenzaron a multiplicarse a fines del Siglo XVIII. Nuestras tierras fueron surcadas por correos y viajeros, debido a que la Cañada de Morón integraba el plantel de postas de dos rutas: a Perú y Chile (Cañada de Morón, Cañada de Escobar, Cañada de la Cruz, Areco, Chacras de Ayala, Arrecifes, Fontezuelas, Arroyo de Ramallo y Arroyo del Medio); y al Paraguay: (Las Conchas o Morón, Pilar, Cañada de la Cruz, Areco, Cañada Honda, Arroyo del Arrecife, San Pedro, Hermanas y Arroyo del Medio. Concolorcorvo da una idea del tiempo que empleaban estos correos al referirse a “los treinta y seis días en que pudiera negar una noticia de Lima a Buenos Aires, distante 942 leguas...”

Fue centro además, en el plano militar y en tal enfoque es importante destacar que en 1784 Morón, tenía junto con La Matanza 721 soldados de los cuales 200 marcharon a una expedición al Desierto, al mando del Comandante de Fronteras Don Francisco de Balcarce. No obstante la incipiente urbanización que se fuera dando con el tiempo, aún 37 años más tarde, nuestros pagos seguían delimitando la zona civilizada de aquella región bárbara, dominio de los querandíes. Tan es así que el 31 de marzo de 1821, al comenzar sus funciones el gobernador Don Martín Rodríguez y dividirse la zona de dominio blanco en tres Departamentos, el 2° Departamento, según el Decreto del 28 de diciembre de ese año, se extendía entre los ríos Matanza y Areco estableciendo una línea de frontera que pasaba por Lobos, Morón, Luján, Pilar, Navarro, Capilla del Señor, San Antonio de Areco y Fortín de Areco. De esta forma comprobamos que aún en esa época esta zona seguía siendo avanzada en el terreno indígena.

En esta escueta referencia sobre importantes hechos acaecidos en los pagos de nuestro Partido, no podemos dejar de recordar que, en las jornadas de la Reconquista, con motivo de las Invasiones Inglesas, el joven bizarro Juan Martín de Pueyrredón, con hombres gauchos llegados desde Luján y Pilar, se reunió en la casa del Dr. Valentín Gómez, cura entonces del lugar, y con otros argentinos de estos contornos dispuestos a la lucha, formó una división de ochocientos hombres de a caballo que salieron a pelear en las Chacras de Perdriel.

 

El Indio Primitivo habitante de esta zona

Desde un primer momento los conquistadores españoles, tuvieron que enfrentarse con las tribus que pululaban en los alrededores de Buenos Aires. No obstante que en primera instancia estos aborígenes fueron sometidos con relativa facilidad por Garay en 1580, los que habitaban en las cercanías del río de las Conchas y Luján, al sentirse condicionados a la voluntad del español que pretendía hacerlos trabajar en la labranza, se revelaron multiplicando los levantamientos y ataques contra las endebles urbanizaciones que comenzaban a surgir por estos pagos. Pero entre la variedad de tribus existentes dentro de la clasificación general de pampas, los querandíes, fueron de una belicosidad extraordinaria, y según afirma Francisco de Alfaro, en 1618 el territorio que ocupaban, se encontraba en los ríos Las Conchas y Luján. Esta suerte de inquietud producida por los indios se mantuvo hasta muchos años después; en tal sentido hemos podido extraer un dato que afirma que las aplastantes incursiones de los malones, recrudecía de tiempo en tiempo el temor en las poblaciones.

Justamente nuestras tierras fueron escenario de los preparativos de una tribu dirigida por un hijo del cacique Cangapol, que fuera reducido por el Maestre de Campo Juan de San Martín en Luján por el año 1738, el cual reaccionando a causa del exterminio de la tribu de su padre, preparó, repetimos, de este lado del Arroyo el ataque a la población de Morón, donde realizó un verdadero saqueo y destrucción continuándolo luego en La Matanza, Quilmes y Buenos Aires. En definitiva, podríamos afirmar que fue este condicionamiento principal que planteó la necesidad urgente de crear fortificaciones.

 

Loma verde

Pero muy cerca del entonces importante poblado conocido con el nombre de Cañada de Morón, y en dirección a la famosa Posta de Puente Márquez ubicada en el lugar de encuentro de lo que es hoy Avenida Gaona con el Río Reconquista, muy cerca y casi podríamos decir, equidistante de ambos lugares, se levantaba una especie de suave colina cubierta de verde vegetación. Dicha colina albergaba, entre el camino viejo de Morón a Ituzaingó (hoy avenida Inocencio Arias) y la calle que entonces llamaban ancha (hoy Avenida Gaona), una incipiente localidad cuyos primeros pobladores la denominaron Loma Verde. Aquella colina rodeada de pampas y vecina al arroyo, mostraba en sus tierras feraces como un anuncio de que allí podía asentarse el hombre, en la seguridad que algún día con su esfuerzo, podría convertirse en una fuente de riquezas. Y ahí se afincaron los que con justicia debemos llamar los primitivos habitantes, de lo que muchos años después, iba a ser nuestra querida localidad de Castelar.

En ese lugar, un hombre tocado por la gloria, le dio sentimiento histórico, gaucho y patriótico a la localidad. Porque allí vivió, alternando con numerosos vecinos de estirpe criolla, un gran patriota rioplatense, quien desde Uruguay había venido a luchar en estas tierras, él también por la Independencia Argentina. Nos referimos al poeta Bartolomé Hidalgo, considerado por eminentes investigadores, como el primer poeta criollo del Río de la Plata; autor y cantor de cielitos patrióticos, en estilo gaucho.

Había llegado a Buenos Aires en 1818, momentos en que su tierra era invadida por los portugueses. Dos años después contrae matrimonio con Juana Cortina, buena compañera, callada testigo de la triste realidad, que sin saberlo, azotaba ya la vida de su esposo. Bartolomé Hidalgo carecía de bienes, vivía en la miseria y una grave enfermedad lo iba aniquilando paulatinamente.

Pero ello no fue obstáculo para sus creaciones enfervorizadas de contenido patriótico y revolucionario. De ahí que podamos decir que, por estos caminos -hoy de Castelar-, en alguna pulpería de las muchas que había en el paso casi obligado, entre Loma Verde y la Cañada de Morón, Bartolomé Hidalgo cantaba con su guitarra y vendía las letras de sus cielitos, escritos con primorosa caligrafía por él mismo, en pequeñas hojas de cartulina. Y no faltaba quien las leyera en voz alta o al escuchárselos a él, los divulgara hasta que los gauchos cantores del pago, los entonaran entusiasmados al compás de sus guitarras.

Después de la famosa batalla de Maipú, y ante la amenaza de la llegada de una expedición española, Hidalgo cantaba con ardor en rueda de gauchos sus famosos cielitos, diciendo:

«Con mate los convidamos
allá en la acción de Maipú
pero en ésta me parece
que han de comer caracú.
Cielito, cielo que sí
echen la barba en remojo;
porque según olfateo
no han de pitar del muy flojo.
Ellos dirán: Viva el Rey,
nosotros: La Independencia,
quienes son más corajudos?
Ya lo dirá la experiencia.
Cielito, cielo que sí
cielo de nuestros derechos;
hay gaucho que anda caliente
por tirarse cuatro al pecho.
Si perdiésemos la acción,
ya sabemos nuestra suerte.
Y pues juramos ser libres
o Libertad, o la Muerte»

Un decreto del Superior Gobierno de Buenos Aires, con fecha 17 de febrero de 1812, lo nombró Comisario de Guerra, para que supla en caso necesario al Ministerio de Marina, para lo cual se le asignaban anualmente 400 pesos. Otros cargos públicos ocupados también por Hidalgo en Montevideo fueron, el del Oficial de la Tesorería de Hacienda y de Administración de Correos. En el orden militar, su decidida intervención en favor de la libertad, puede delimitarse entre 1811 y 1815, salvo dos fugaces intervenciones que tuviera anteriormente, una en 1807 en la refriega de El Cardal, contra los ingleses y la otra en 1810 cuando se incorpora a las fuerzas de Rondeau. Dentro del periodo de tiempo referido, y motivado como muchos por procurar la libertad de su tierra, habíase puesto a las órdenes de Artigas, participando en Paysandú y Salto y además en el ataque a Montevideo.

Y llegó la libertad. Pero desgraciadamente, también llegó la muerte, el día 28 de noviembre de 1822 para Bartolomé Hidalgo. Claro está que no lo ultimó el enemigo, de frente, con armas visibles, sino la tuberculosis artera, que había anidado en sus pulmones. Tenía entonces trienta y cuatro años. En la Basílica de Morón se encuentra asentada su correspondiente partida de defunción, y debajo de la misma, donde se hallaba el viejo cementerio, reposan los restos de quien había templado su guitarra, y pergeñado sus cielitos aquí, en nuestros lares, besado por los vientos suaves que peinaban las arboledas de Loma Verde.

 

Llega el ferrocarril

Datos de la documentacion de don Juan L. Guercio

El conocido vecino Don Juan L. Guercio, constante historiador y estudioso de la vida de los pueblos del Oeste de la Provincia de Buenos Aires, miembro de la Comisión Honoraria de Estudios Historicos de Morón, ha recopilado a través de largos años de investigaciones, una serie de datos de suma importancia para concebir certeramente la historia de Castelar. Después de haber estudiado los documentos que nos cediera tan gentilmente, pudimos establecer diferentes apreciaciones relativas al desarrollo de los acontecimientos que sumados, convergieron en la creación de la Estación Castelar.

En tal sentido, como dato ilustrativo y de referencia, es menester señalar quienes fueron los primitivos propietarios de las tierras linderas a la actual estación. Un plano realizado en Buenos Aires el 13 de agosto de 1896 confirma que sobre el lado sur de la línea ferroviaria que a partir de 1860 llegaba hasta Moreno, eran estos los propietarios, a saber, de Este a Oeste: A. Pellón, Ataliva Roca y Laureano Rufino. (Las tierras ocupadas por un cuarto vecino, de apellido Silveira, no está detallado en dicho plano). Sobre el lado Norte y en el mismo sentido: Pedro de Grande (no detallado), A. Cafferata, Alfredo Huergo y Dolores Barrenechea de Huergo, y Laureano Rufino.

Esta única vía del Ferrocarril Oeste, llegó hasta Moreno después de dos ampliaciones de recorrido. La primera línea, de una sola vía fue tendida y puesta en funcionamiento en el momento en que se inauguró este servicio, o sea el 29 agosto de 1857 (aunque recién al día siguiente fue librado al público). Su recorrido, saliendo de Plaza Lavalle pasaba por la estación Once de xxx, luego por Flores, finalizando su viaje en Floresta. Posteriormente, el 4 de febrero de 1859 se extiende hasta Morón, y recién al año siguiente llega a Moreno.

Estas investigaciones convergieron en dos datos de trascendental importancia en lo referente a la cronología histórica de la estación Castelar, ya que hasta la fecha eran desconocidos. El primero de ellos que constituye el gran hallazgo logrado por el Sr. Guercio, es el que concretó en periódicos de aquella época y que lo llevó a establecer, de acuerdo a un anuncio publicitario aparecido en «La Nación» en enero de 1874, que ya en esa época existía un pequeño apeadero en la zona de Castelar. De acuerdo al mismo, la primer parada del Ferrocarril Oeste se denominó «El Chimborazo», detallaba el aviso paraje elevadísimo, ubicado a 2.200 metros de Morón, zona de jardines y palacetes de las familias y caballeros más notables de Buenos Aires. La publicidad de este loteo, establecía que los 200 lotes «del tamaño que se quiera» tenía una base de 20 pesos la vara cuadrada, y a las seis cuadras de la parada la base era de 12 pesos la vara. «Todos ubicados en terrenos del Sr. Silveira, frente al gracioso chalet del Dr. Huergo, altos, feraces, y rodeados de lindas quintas.»

 

Fines del siglo XIX

Poco a poco, nuestra localidad se constituye en asiento solariego de algunos hombres vinculados con hechos de nuestra historia; así se alberga en una casa de estos lugares, un sobrino de Don Manuel Dorrego, fusilado en Navarro. Era don Felipe Rodríguez y Dorrego, hijo de una hermana del coronel. También hallan aquí descanso después de sus luchas, el General Peña, el coronel Cardoso y el coronel Granada, que se distinguieron en la dura campaña contra los indios. Todos ellos visitados por el ingeniero Adolfo Sordeaux, que a instancias del Juez de Paz de Morón, realiza el primer plano de chacras del Partido de Morón en 1859.

Los documentos oficiales señalan, para los últimos treinta años de ese siglo, una serie casi inenarrable de decretos gubernamentales que afectan el orden político y administrativo de todo el Partido de Morón. Uno de los más importantes en lo que atañe a la zona que historiamos, es el del 27 de octubre de 1879, mediante el cual se nombraba una Comisión Auxiliar, que con carácter de urgencia debía procurar la destrucción de la Phylaxera, que por esos años hacía estragos en las plantaciones ubicadas a ambos lados del Arroyo. El nombramiento firmado por Tejedor y Alcorta, designaba a los señores Cosme Laviña, Francisco de la Fuente Ruiz y a don Santiago Amaral para que organizara en las tareas de exterminio. Este último, en agostode ese año había sido nombrado Comandante militar de Fronteras en reemplazo de Dalmiro Castex.

Diferentes referencias históricas señalan que hacia 1890 en la parte alta del Partido de Morón (zona que incluye a la actual Castelar) había 1822 hectáreas cultivadas. Y precisamente en la Loma Verde la valoración de las tierras determinó, para ese año, un jerarquizado precio de $ 625,86 la hectárea. Las chacras, con su monte delimitando la casa de los patrones y los corrales, podían verse desde la lomada sin dificultad, agrupados aquí y allá, aquietando la mirada que pretendía acelerar su destino infinito de pampa...La siembra y el ganado daban color y movimiento al paisaje. En tal sentido, un dato de 1888 atestigua que en los campos de la actual localidad de Castelar, pastaban 10.408 vacas, 3.037 caballos y 11.511 ovejas.

Hacia el noreste era fácil observar cómo se desplazaban ágilmente los servicios de correos que transitaban por el camino que iba de Morón al Paso Morales (hoy Avenida Vergara, límite también de Castelar), y que continuaban su ruta establecida en 1876, hasta llegar a Bella Vista y San José de Pilar. Desde la pulpería de Rodríguez en el viaje de regreso los pasajeros podían apearse dos veces más, la pulpería o almacén «El santito» en Bella Vista y en la pulpería ubicada frente a «La Estanzuela» en Hurlingham. Luego los breaks apuraban su marcha para llegar por fin, a la fonda «El Bacalao», muy cerca de la actual estación de Morón.

Y ya que de caminos hemos hablado, y de ilustres personajes vinculados con nuestra historia, cabe destacar muy especialmente que el lado sur de Castelar albergó a un gran ciudadano argentino, Don Estanislao Zeballos, famoso jurisconsulto, autor de importantes estudios sobre los indios pampas, sobre la conquista del desierto y sobre un cancionero popular y folklórico publicado en la Revista de Historia, Derecho y Letras. Aquel gran estadista poseía una quinta, denominada «Victoria Farm», sobre el Camino Real, que hoy con justicia se denomina, Avenida Estanislao Zeballos. Por ese camino, nuestros primeros pobladores vieron pasar, con asombro, las carrozas que conducían a la Infanta Isabel de Borbón, representante de España en las celebraciones del Centenario y al Presidente de la República doctor Figueroa Alcorta, en ocasión de visitar la residencia de Zeballos, después del viaje que hicieran a Luján. Es posible que aquel contacto, con aquella inteligente y noble española, -precisamente muy poco tiempo antes que caracterizados vecinos, le propusieran al jurisconsulto, denominar con su nombre la estación de la localidad- haya provocado en él un sentimiento de admiración hacia la Madre Patria, proponiendo por tal razón el nombre de un eminente hombre español, en lugar del suyo.

Y así comienza a levantarse, un poco olvidada de las autoridades de entonces, y con el solo esfuerzo de sus habitantes, nuestra localidad. Las quintas y residencias comenzaron a multiplicarse, algunas de ellas dieron señorial marco a esta zona, logrando perpetuar sus nombres hasta nuestros días, y sus plácidas imágenes adormecidas a la sombra de añosos árboles, vuelven en el recuerdo: La Elvira, Victoria Farm, San José, Los Aromos, Quinta de Bres, San Antonio, Villa Eduarda, Cinco Torres...

De igual forma, podemos extraer del recuerdo las primeras familias que desde 1886 en adelante, se nuclearon en poblado: Inés Garro, Galera, Serini, Martínez, Reboredo, Roca, Rola, Viñas, Zeballos, Ayerza, Woolmer, Raffo, García, Canela, Lloveras, Leloir, Udaondo, Hernández, Bietti, Baudino, Defilipi, Lértora (gerente del ferrocarril Oeste), Peña Maupas, Sayago, Cardoso, Farini, Bava, Ángel Costa, Cerisola, Balestredi, Suárez, Devoto, Carabio, Figueroa...

Más tarde aún, otra personalidad del orden nacional se afincaría en la zona, el Dr. Juan B. Justo, médico, político, escritor y periodista, adquiría 11 hectáreas por valor de $ 10.000 para dedicarse al cultivo y refinamiento del olivo. Su permanencia fue corta ya que a los tres años, vende parte de sus tierras no sin antes reservarse una hectárea que lo mantendría ligado a la localidad.

También se afincó poco después, el senador socialista Dr. Mario Bravo, hombre de gran talento, a cuya quinta concurrían entre otros: Jesús Alonso Lago, José Iturrat, Ángel Angeletti, José Demenech, Dr. José María Velazco Ibarra, Dr. Carlos Sánchez Viamonte, Dr. Artemio Moreno, Dr. Atilio Bramuglia, el escritor Ricardo Hoog, Dr. Nicolás Repetto, Dr. Ángel Borlenghi, Dr. Humberto Barraza, César Jaimes y María Aída Barraza de Jaimes.

 

la misiÓn de aviaciÓn italiana

Era 1920 y la famosa Misión de la Aviación Italiana había puesto sus ojos en los suaves campos de Castelar, para poner en funcionamiento la Escuela Italo-Argentina de Aviación. Un esfuerzo de magnitud para la época, que indudablemente centralizaría las miradas de muchos en nuestro pueblo. El proyecto fue concretándose poco a poco y los trabajos comenzaron a realizarse con verdadero fervor; la limpieza del campo posibilitó en primera instancia, la utilización de un sector del mismo como pista de aterrizaje. A pocas cuadras de la estación, entre las actuales calles Arias, España y Lincoln como frente, y las vías del ferrocarril como fondo, se hallaba el Campo de Aviación de Castelar.

Terminada la guerra, la pequeña población vio llegar en poco tiempo, algunas de aquellas aguerridas máquinas Caproni, SVA, Balila y otras, que después de ser acondicionadas por nuestros mecánicos (uno de ellos, es nuestro querido vecino Degiovanini, estrechamente vinculado a la Escuela de Aviación), se libraron al uso. Aquí se forjaron verdaderos hombres del aire, que de inmediato pasaron a tripular las adolescentes escuadrillas de nuestra Aviación Militar. Casi cinco años después, la Escuela Italo-Argentina de Aviación, fue arrendada por el Centro de Aviación Civil, para crear la Escuela de Aviación civil de Castelar. De ella, centro obligado de la atención capitalina, surgieron nombres hoy legendarios, como el del Sargento Bo, aquel intrépido acróbata que deslumbraba con el dominio de su máquina Salm; el Teniente Antonio Locatelli, que unió por primera vez Buenos Aires, Chile, Uruguay y Buenos Aires, con un avión SVA, fruto del trabajo que se hiciera en los hangares de Castelar, Kingsly, Stach, Radagaly, Poli, Manzaglia, Rosemary Baccheli...

Y es merced a esta actividad, que el nombre de Castelar se maneja a nivel nacional e internacional por primera vez. Recortes periodísticos de aquella época, tales como «La Nación», «La Prensa», «Caras y Caretas», «El Gionale d'Italia», «La Patria degli Italiani», etc., dan prueba de ello. Después de varios años, en los cuales el Campo de Aviación se constituyera en el paso obligado de las familias del lugar, todo concluye en 1929, cuando el Centro de Aviación Civil se traslada a Quilmes, dejando para Castelar el orgullo de haber sido un lugar clave, en el nacimiento de nuestra Aviación Civil. No obstante, esos campos permanecieron sin dividirse hasta 1935, en que los sucesores de Laureano Rufino, primitivo dueño del lugar, lo lanzaron a la venta.

 

Educacion

Apenas transcurridos los primeros 7 años de nuestro siglo, es decir en 1907, esta zona estaba en condiciones de atender las necesidades primarias educativas. Nuevamente la carencia y la buena voluntad se unieron fructificando apresuradamente. Y es así que en un local de Don Agustín Valla «en el paraje denominado Loma Verde, Cuartel 5º de Morón», se inauguraba la primera escuela que tuviera Castelar, el 20 de mayo del citado año, que llevaría el nº 15. Poco más tarde, en 1909, se traslada a la casa de Margarita Marano, y luego, ya en 1912 se instala en una propiedad de Don Pedro Durruty, siendo su primera Directora, la señora Venancia E. de Morales.

Ciertamente que la necesidad por la instrucción publica, desato una corriente de preocupación entre el vecindario, iniciada años antes por Don Gabriel Reboredo, quien el 20 de junio de 1906 donó una de sus propiedades para fundar la Escuela nº 14, en un sector mas alejado del Partido. Consecuentemente, la creación de nuevos centros educacionales, no se hizo esperar. En 1926 se inaugura la Escuela nº 17 «General José de San Martín», en una habitación de la casa de Don Juan Martínez, detras de la Panadería de su propiedad. Recien en 1928 se traslada a un local adecuado en la calle José María Drago, entre Buenos Aires en Irigoyen.

Luego, en 1927 en el solar que hoy ocupa el Club Argentino, se abre la Escuela Nº 7 «Coronel de Marina Tomas Espora», que se traslada a Castelar despues de haber cambiado de denominación y lugar, varias veces desde su primitiva fundación en 1885, en el cuartel 2º.

Su primera Directora en Castelar, fue la señorita Estela Esrazun, y recien bajo la dirección de la señora de Girola, en 1938, tomó el actual nombre que honra a tan singular hombre de mar.

Se sucedieron nuevas fundaciones y es así que hoy, la parte educativa, dentro del perímetro de Castelar, es realmente importante. Un creciente informe del Comisionado Escolar de nuestro Distrito, nos señala los siguientes establecimientos: Escuela nº 7, 17, 26, 37, 40, 48, 63, 87, 89 y el Jardín de Infantes nº 1. En cuanto a las escuelas e Institutos privados, fueron los primeros.

Instituto Lourdes - Instituto Inmaculada

“Corría el año 1941 cuando los Padres Oblatos de la Virgen María Auxiliadora, visitaban Castelar idealizando en cada terreno arbolado, una escuela apostólica. Es así que un benefactor de la Congregación compra la Quinta «El Puchito», de Villa Udaondo y la entrega a los Padres, quienes en 1942 ponen en funcionamiento la primera Escuela Apostólica. En 1957, y siempre en Villa Udaondo, se funda el Instituto Inmaculada, pero como casi la totalidad de sus alumnos eran de Castelar, a los dos años el Superior de la Congregación, Rdo. Padre David Menapace, compra el Castillo de Ayerza, trasladándose esa Escuela a Castelar y llevándose también su nombre. Replanteada la necesidad de un centro educacional de nivel medio en aquella Villa, se funda en 1960, y en el mismo lugar, el Instituto Lourdes que desde esa fecha ha desplazado sus anhelos de progreso en una real concreción de hechos.”

Colegio Sagrado Corazon

“La Congregación Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús, de difusión internacional, se fundó en Castelar el día 7 de marzo de 1935 en terrenos del Parque Ayerza y en medio de numerosas quintas. Por ser el objeto inicial crear una casa de formación religiosa se comenzó con el noviciado y escuela primaria gratuita hasta tercer grado, que contó con 35 alumnos el primer año. Después se fueron agregando grados hasta que en 1951, dado el crecimiento de la población y ante el caso de numerosas niñas que debían viajar fuera de Castelar para efectuar sus estudios se creó la Escuela Normal. Poco después se creó el Bachillerato Común y Estudios Comerciales hasta el grado de Perito Mercantil. Por pedido de las mismas familias los cursos comenzaron a ser pagos. Actualmente concurren más de ochocientas alumnas. Funciona en el colegio la Asociación de Padres de Familia. Su rectora es la Srta. Edith Manzini. La Directora de estudios es la Srta. Ana María Amarante y la Directora de Primaria, la Srta María Julia Abella.”

 

La faz espiritual

Desde un primer momento, o sea desde 1700, los antiguos viajeros y pocos moradores de estos pagos, encontraban refugio para su alma en un pequeño oratorio ubicado muy cerca del Arroyo Morón, el cual estaba dedicado a la Virgen María. Ya en 1776 el nuevo Templo de Nuestra Señora del Buen Viaje, fue el eje espiritual del Partido.

Mucho después aún, en 1886, Isabel Amalia Reboredo de Roca, hace construir en su propiedad, una Capilla, muy concurrida por los chacareros de Loma Verde, quienes de a caballo y en carros se llegaban a la misma, después de vadear el Arroyo, algunas veces crecido, imposibilitando el paso. Este problema se vio en parte solucionado cuando algunos años después se contó con la Capilla de la honorable familia Ayerza, ubicada en el Castillo que hoy es propiedad de los Padres Oblatos de la Virgen María y donde funciona el Instituto Inmaculada.

No obstante en 1932, los Padres Palotinos se aventuran a celebrar Misa en una carpa frente a la estación, iniciativa que se concretaría más adelante, cuando el 20 de diciembre de 1936 se coloca la piedra fundamental de la futura Iglesia parroquial Nuestra Señora del Rosario de Pompeya.

Hoy contamos además con la moderna Capilla El Dulce Nombre de María, la del Colegio Sagrado Corazón, la de Santa Teresita, La Parroquial de San Miguel, Santa Magdalena Sofía Barat y la de Fátima. También funciona con gran afluencia de fieles, la Capilla Evangélica de la calle Espronceda y la Sinagoga Israelita, en la calle Leopardi.

 

El Servicio de Transporte en 1935


En ese año el ferrocarril, mantenía de Once a Castelar un servicio diario que se extendía desde las 6 a las 20.05 horas, con una ampliación hasta las 21.10 entre el 1º de noviembre y el 31 de mayo. El servicio funcionaba con una frecuencia variable entre los 40 y los 60 minutos.

Pero justamente dos años antes, es decir en 1933, otro servicio de transporte se ponía en marcha, los colectivos. Eran simplemente automóviles del año treinta o anteriores, que saliendo de Castelar, tenían como destino el paraje llamado Villa Ariza, que en esa época era altamente publicitado por los banqueros Supervielle y Cía., que estaban efectuando el loteo de esa zona. Su recorrido habitual comprendía las actuales calles: Av. Arias, Paysandú y Lavalleja hasta completar el viaje. Su horario de 7,02 a 21,15, tenía una frecuencia variable entre los 25 y 40 minutos, empalmando con el tranvía a caballo que cumplía el recorrido Villa-Ariza -Estación Ituzaingó.

No obstante la aparente dificultad, a causa de la espera de los mismos, nuestros primeros vecinos, contaban con la eficiencia y la buena voluntad de los conductores, que sabiendo las costumbres de cada casa, se acercaban a ellas para preguntar si "'alguno iba para la estación".

El desplazamiento de los vehículos se agilizaba gracias al asfalto de las calles que integraban su ruta, inaugurando junto a 79 cuadras más, merced a una iniciativa de la Sociedad de Fomento de Castelar, que .logró tan importante obra después de sortear innumerables obstáculos. La misma entidad, había efectivizado en 1926, el alumbrado de la vía pública. Este fue el nacimiento de la Empresa 216, ya que en 1944 se extendió su recorrido hasta Ituzaingó. Rescatamos el nombre de Ramón Querel como iniciador y propulsor de esta empresa y el de sus tres primeros choferes: Juan A. Gómez, Amaya y Echeverry.

 

Castelar, Ciudad

Tal como lo vaticinara el Periódico Nueva Ciudad en el titular de su primer número de mayo de 1970, las tramitaciones para elevar a Castelar a .la categoría de Ciudad, fueron acelerándose paulatinamente, hasta llegar a ese feliz término que a través de innumerables reuniones, documentaciones y memoriales, provocó los desvelos de más de una persona como así también la preocupación sostenida a lo largo de varios años, por las entidades de bien público, incluidos los integrantes del Consejo de Sector.

A través de todo este proceso, el deseo de toda la población llevó un número: Expediente 4079-6866, y junto a él todos los sacrificios hechos con el entusiasmo y la pasión que desata todo pago chico, al que se lo ve crecer con el ímpetu impostergable de una fuerza juvenil. Sus calles, sus comercios, sus instituciones y su gente, vivieron en Diciembre de 1971 la algarabía .provocada por su nueva condición de Ciudad, al ser firmado el decreto correspondiente


Y así gracias a los vecinos, a los comerciantes, a los trabajadores, a los jóvenes, entidades de bien público y culturales, se vio surgir la nueva Ciudad de Castelar, rescatada de los anhelos constantes de aquel querido pueblo castelarense que supo hacer y construir mientras esperaba. 

Centro de Castelar
 
Una vista aérea que muestra el alto progreso en construcciones

BIBLIOGRAFIA

  • La conquista del Desierto - Juan Carlos Walter
  • Geographie de la Republique Argentine
  • Historia de Morón- Gabino Bravo
  • Morón - Juan A. Presas
  • Morón - sus artes, sus letras
  • Historia de Hurlingham - Jorge Fumiere
  • Caras y caretas - 1910-1912
  • Historia de la Provincia de Buenos Aires y Formación de sus pueblos - Ricardo Levene
  • Historia del Partido de General Sarmiento - Eduardo Munzón
  • La Voz de Castelar
  • 1958 - Primer año de vida Rotariana - 1959 - Rotary Club Castelar
  • Para el Castelar de hoy y mañana - club de Leones de Castelar
  • Il Giornale d'Italia, carpeta 1920-1925
  • La Patria degli Italiani, 1922
  • Registro oficial 1879
  • Reseña Geográfica y Económica de todas las Estaciones de ferrocarriles de la República Argentina - 1922

Nuestro agradecimiento al Archivo General de la Nación, a la Biblioteca Municipal de Morón, al Sr. Juan Guercio, a las familias Garro, Degiovanini, Larese, Taberner y Morrone por su colaboración en el acopio de datos y material gráfico.”

 

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Jaimes, César; Gambaro, Carlos: reseña para la historia de Castelar - Castelar : Nueva ciudad, 1972 - 61 p.

 

 

 

 

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