critica
noviembre 24 de 1941


se ha apagado una vida intrepida   
            
                                                   .
• Relato de la catástrofe

“En una de las salas del Aero Club Argentino logramos entrevistar a algunos de los testigos oculares de la luctuosa catástrofe. Uno de ellos, nos hizo un minucioso relato.

– Nos encontrábamos juntos en el aeródromo Presidente Rivadavia, del coronel Zanni, el inspector de aviación Gatti, el ingeniero Noble y Luciano Rodríguez Rocha. Carola Lorenzini, alegre y cordial como siempre, se dirigió al Focke Wulf donde iba a realizar su anunciado vuelo en honor de la embajada femenina de la aviación uruguaya. El público la seguía con curiosidad y simpatía en sus maniobras previas. Se le había pedido, teniendo en cuenta su falta de entrenamiento desde hace algunas semanas, que volase alto y ella lo había prometido. Al observar su aparato, hizo volcar parte del combustible, para que las pruebas de acrobacia que se disponía a realizar se cumpliesen sin inconveniente. Y minutos antes de las 16, Carola trepó ágilmente a la máquina y tras un fácil carreteo, remontó el vuelo, tomando altura.

• Un «looping» maravilloso

Con igual intensidad emotiva, el testigo ocular del trágico accidente prosiguió diciéndonos:

– El avión se dirigió de sudoeste a noroeste haciendo un virage brusco frente al viento. La máquina se ubicó en situación paralela a la de los hangares, como a unos 300 metros, haciendo luego un «tonneaux» que le hizo perder altura. Carola volvió a buscar su posición anterior y nuevamente enfrentó al viento a unos 450 metros. Volaba con una cabriada a [30] grados y el motor en pleno funcionamiento. De pronto picó hacia tierra para efectuar el primer looping the loop y dio simultáneamente a la máquina toda la velocidad de su motor. Fue una maniobra admirable. Cientos de veces la había realizado con igual éxito. En el país, son muy pocos -dos, tres o cuatro pilotos a lo sumo-, los que la hacen. El público rompió en un prolongado aplauso. Las aviadoras uruguayas estaban asombradas de la intrepidez de Carola. Cumplida esta maniobra, Carola volvió a tomar altura, entre una atmósfera enrarecida por el calor. Había, como decimos nosotros, mucha penetración.

• Se defendió heroicamente

La máquina funcionaba a gran velocidad, calculada por nosotros en unos 400 metros por hora, Carola, en plena maniobra, llevó la palanca de adelante hasta que el Focke Wulf quedó en posición invertida. La acrobacia resultaba de este modo impecable, pero al cambiar de frente, tuvo lógicamente viento de cola. Se vio al aparato seguir la trayectoria impuesta por Carola un largo trecho, con igual velocidad, siendo en tales circunstancias cuando los timones de profundidad se endurecieron. Sin perder aplomo, dueña de una voluntad heroica, la intrépida aviadora argentina, hizo todo lo posible por llevar la palanca hasta donde ella deseaba. La máquina seguía volando en forma invertida, pero perdió altura, es decir, estaba patinando. Fue entonces cuando comenzamos a temer por su suerte. En medio de un silencio impresionante, inolvidable, seguíamos observando sus maniobras. Con la cabeza hacia abajo, Carola se defendía titánicamente. Fue una lucha breve y tenaz, entre el piloto y el motor.

• El «tornaux» asombroso

Jamás se borrará de nuestro recuerdo una acción más estupenda y dramática. Carola se defendió hasta el último momento, con una entereza de ánimo difícilmente superada. Debió haber tenido plena conciencia de su situación. La moción horripilante de su próximo fin, pero ni aun en el postrer trance se dio por vencida. Intentó hacer un medio «tonneaux» para volver, cerca ya del suelo, a su posición normal. La máquina cedió. Con una leve inclinación respondía a la ferrea voluntad de la aviadora, pero la proximidad del suelo conspiró contra su destino, y el aparato, siempre invertido, se estrelló contra el suelo.

Es de imaginar, desde ese momento, las escenas de terror, angustia y pánico que se produjeron. La multitud echó a correr, dando fuertes gritos por el campo, rumbo al lugar de la catástrofe. Numerosas mujeres se desmayaron. Nosotros y las alumnas de la escuela de Enfermeras de Avión fuimos los primeros en llegar.

• Espectaculo macabro

Nuestro relator prosiguió diciéndonos:

– No encuentro palabras adecuadas, exactas, para utilizarlas en la descripción de aquel espectáculo macabro. No podrían pronunciarlas tampoco, en homenaje a la gran compañera desaparecida. Aquel cuerpo ágil, nervioso, aquella silueta deportiva, llena de vida, plena de salud, había sido lo primero que tomó contacto con el suelo. Estaba destrozado, mutilado, entre un montón impresionante de escombros. La comprobación más evidente de que el aparato se estrelló en posición invertida es que las ruedas del tren saltaron intactas y que el borde de ataque del plano superior quedó destrozado en el primer encontronazo. El motor saltó a gran altura y la máquina quedó completamente deshecha.

• Se cubrió el cuerpo con su propio paracaidas

El estupor contagioso sacudió nuestro ánimo. El público gritaba, aterrado, ante aquella escena dantesca. Las columnas de la Escuela de Enfermeras de Avión, que dirige la doctora Natalia N. Salas de Cogorno, que fueron las primeras en llegar, retrocedieron aterradas, pero sobreponiéndose a la impresión del momento, se dedicaron a la piadosa tarea de recoger los restos de la querida aviadora, esparcidos en torno al Focke Wulf, cubriéndolos con el propio paracaídas de la víctima. Lo hicieron llorando desconsoladamente. Algunas de ellas, sufrieron breves desvanecimientos. Nadie quería admitir la cruda realidad del macabro espectáculo. Parecía imposible admitir que Carola Lorenzini, el as de la aviación civil de nuestro país, acababa de desaparecer.

Las alumnas de la Escuela de Enfermeras de Avión, formaron guardia de honor junto a los restos de la intrépida aviadora desaparecida y hasta se dedicaron a prestar auxilio a las numerosas damas desmayadas en el campo.

• Los restos de Carola Lorenzini

Las autoridades presentes en el lugar de la catástrofe, tan pronto como se restableció el orden, dispusieron el traslado de los restos de Carola Lorenzini al hospital de Morón, de donde fueron traídos más tarde a esta capital en un furgón fúnebre. Formaron el silencioso cortejo dos automóviles particulares en los que viajaron el hermano de la víctima, señor Humberto Lorenzini; el piloto L. Sposito, el señor S. Prevet, la aviadora Elisa Villalba, don Luciano Rodríguez Rocha y dos alumnas de la Escuela de Enfermeras de Aviación.

Desde las 19 horas, en que quedó instalada la capilla ardiente en uno de los salones del Aero Club Argentino, miles de personas desfilaron ante los restos de la malograda aviadora. Hicieron acto de presencia en el velatorio el director de la Dirección General de Aviación del Ejército, coronel Zanni; el director de la Aeronáutica civil, doctor Arteaga; el director de la Dirección de Aeronáutica del Uruguay, señor D. Peña; la embajada de aviadoras uruguayas, en cuyo honor se realizaba la fiesta de la aviación argentina en Morón; el aviador uruguayo S. Camet, el teniente coronel Mejía, el mayor Murature, el ingeniero Noble, el capitán de navío Maza, de la aviación naval; el piloto Gatti y gran cantidad de oficiales y suboficiales de la aviación militar. Esta mañana hizo acto de presencia en el velatorio de los restos de Carola Lorenzini el ex director de la Aviación Civil, señor Mundin Schaffter; el presidente del Centro Universitario de Aviación, el presidente del Centro de Aviación de Quilmes, los pilotos de la línea del sur y extraordinario público.”

 

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CRITICA - Lunes 24 de noviembre de 1941 - n°
 

 

 

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