la tribuna
mayo 15 de 1965

numero dedicado a castelar


“La Tribuna dedica la mayor parte de esta edición a reflejar el progreso que en todos los órdenes: edilicio, social, cultural, artístico, comercial e industrial, ha adquirido la localidad de Castelar que es una de las más hermosas zonas residenciales del Partido de Morón.

Hace poco más de treinta años Castelar era un gran baldío, meta final de casi todos los trenes urbanos que llegaban de la Capital Federal, y que surgió como población a raíz de la iniciativa en 1913 de don Alejandro Lertora, gerente del F. C. Oeste y distinguido vecino de la zona, de crear la estación de su nombre entre las de Morón e Ituzaingó.

En 1928 el Ingeniero Ernesto C. Boatti, Ministro de Obras Públicas del Gobernador Valentín Vergara, dispuso la construcción del camino Morón-Luján (que en su momento mereciera severas críticas de la oposición de entonces, y cuyo extraordinaria duración y resistencia dicen mejor que nada de la honradez con que fue hecho) y Castelar, hasta entonces unida a Morón y el Oeste por caminos de tierra, vio iniciar lo que sería su asombroso progreso.

Pocos años más tarde, bajo la gobernación del Dr. Manuel A. Fresco, se pavimentaron sus principales calles.

Durante la intendencia del Sr. César Albistur Villegas tuvieron lugar la pavimentación y urbanización del hoy floreciente Parque Ayerza; la construcción del camino Castelar-San Miguel-Moreno, que llevó impulso a barrios como Parque Leloir y Villa Udaondo, que Morón ostenta como uno de sus más legítimos orgullos, y que hasta entonces no tenían ni caminos, ni transportes públicos, ni luz eléctrica.

Más recientemente se ha logrado la pavimentación del barrio denominado «Loma Verde» -el decano de los de Castelar- que alberga a un populoso vecindario de trabajadores.

En fin, que lo que hace cincuenta años era un conjunto de quintas de veraneo -la de Elizalde, cuyo viejo chalet aún existe; la de Reboredo; la de Zeballos; la de Lertora; la de Ayerza, hoy es un emporio de progreso con su vecindario prestigioso y sus exponentes de gran calidad en todos los órdenes de su actividad múltiple.

Recientemente Haedo e Ituzaingó, dos importantes poblaciones del Partido de Morón, acaban de obtener muy merecidamente, el título de Ciudad mediante leyes de la Legislatura provincial. Quiera servir este número de LA TRIBUNA, que dedicamos con marcado orgullo moronense a una de las localidades que enaltecen al Partido, para que los legisladores promuevan a Castelar al rango de Ciudad que le pertenece, y del que hasta ahora carece, creemos, porque no se ha efectuado el necesario reclamo, que aquí iniciamos.

 

Castelar en la evocacion de sus viviendas tradicionales
El chalet de Elizalde

Nuestros abuelos solían asistir a fiestas de gran gala que tenían lugar en el chalet de los Elizalde, que aún se conserva. Antes daba "sobre las vias", luego sobre la Estación. Cuando ésta no había sido construida, para las fiestas de Elizalde el tren paraba en la puerta de la quinta. En 1919 compró el chalet un ingles, de apellido Wolmer. Luego lo alquiló a D. Raúl Dudignac, quien, con visión del futuro de Castelar, le propuso al inglés la venta en lotes, garantizandole una suma que para éste resultaba fantástica, y aceptó. Realizado el loteo por aquel entonces, la cantidad no esperada triplicose, y Dudignac se quedó con el chalet y varios lotes, que despues perdió. Así se instalaron el almacén de Monteagudo, que después fue de Méndez, luego de Rodríguez Valdez y ahora de Cauchaner por A. del Valle, y por la ruta las de Fernández; las casas de D. Benedicto Rivero, don Ángel Oliva, el Ing. Murua, para no citar sino a los primeros.

El chalet de Elizalde pasó a manos de D. Natalio Rogelini, y actualmente sus sucesores, que residen en él.

 


Castelar en la tecnica
El "Turbay T 3"

El 8 de diciembre de 1965 realizó su primer vuelo el primer avión bimotor construido en America del Sur por la industria privada: el Turbay T-3- El diseñor del avión es obra del ingeniero Alfredo Turbay y la fabricación del aparato se realizó en sus talleres de Castelar.

Solamente se importaron los motores, las hélices, el instrumental del tablero y la chapa de duraluminio; todo lo demás fue fabricado en el mencionado establecimiento de Castelar que se precia de «fabricar techos y hangares que no vuelan nunca y aviones que vuelan siempre».

La fabricación del avión llevó seis largos años debido al elevado costo del prototipo y a las dificultades financieras por que atraviesa desde hace tres años la industria argentina y en especial la metalurgia.

Despues del exitoso primer vuelo que duro veinte minutos, el avión fue sometido a las correcciones necesarias y luego siguió realizando diversos vuelos de prueba para determinar sus performances y condiciones. A la fecha tiene ya 44 horas voladas con un total de 11.000 km, habiendo realizado dos vuelos ida y vuelta sin escalas a Tucumán (uno de ellos en 3 horas 50 minutos) y un vuelo ida y vuelta a Punta del Este (Uruguay).

El Turbay T-3 que ha sido declarado «de interés nacional» por el Superior Gobierno de la Nación en noviembre de 1963 esta, en estos momentos, en proceso de pintura general, tapizado y terminación de los detalles para ser presentado a las autoridades del país y al publico en general en una gira por toda la Republica.

Despues de esta gira -que sera también de promoción de ventas- se planificara la producción en serie de este avión que por su adaptabilidad a las necesidades actuales viene a llenar una sentida necesidad en el transporte.

En efecto: el T-3 puede ser usado como transporte de seis personas o 600 kg de carga; avión correo; ambulancia aérea; fumigador; sembrador; avión de enlace y observación para el ejercito, marina o gendarmería; escuela para bimotores; fotografía aérea, etc.

Es digno de destacar que un avión similar importado cuesta 65.000 dolares y que con ese monto de divisas se pueden importar los materiales para fabricar cuatro aviones del mismo tipo en nuestro país.”

 


Intendente Bonora

La calle Intendente Bonora lleva ese nombre en homenaje a un gran señor al que la revolución de 1930, como todas las revoluciones de esta Argentina en formación, le dedicó sus calumnias y sus persecuciones. Don Eduardo V. Bonora fue un distinguido convecino, escrupulosamente honrado, delicado, serio, decente. Pero fue procesado a raíz del 6 de setiembre y hasta su muerte, luego de varios años de este episodio, no quiso figurar en nada, ni siquiera salir alguna vez a recorrer la ciudad a la que había servido y le había brindado su esfuerzo, su capacidad, su inteligencia.

Por ello, las autoridades municipales que llegaron luego de la revolución de 1943 -que fue la única revolución en la Argentina que no se cebó sobre el caído, y tendió un manto de olvido sobre los errores de los derrocados- dispusieron, en 1948, honrar la memoria de D. Eduardo Bonora dándole su nombre a una calle de Castelar. Es decir, fueron los peronistas los que exaltaron públicamente a la consideración y al honor el nombre de D. Eduardo V. Bonora. (Y que conste que no lo hicieron por quedar bien con la familia, pues ningún miembro de ésta militó nunca en el peronismo).

Había entonces sentido de la justicia, por sobre las aparcerías políticas.”

 


CASTELAR EN LA EMPRESA

Castelar en la senda del cooperativismo
Por Antonio Taberner

Don Antonio Taberner es uno de los antiguos vecinos de Castelar que desde muy joven se incorporo a la lucha meritoria de las entidades de bien publico. Radicado en la localidad desde hace 30 años, colaboro desde la Sociedad Fomento con los pioneros de la misma.

Y llego en 1963 a ejercer la presidencia de la entidad madre de Castelar.

Desarrolló desde ese cargo una accion proficua e inteligente.

Ultimamente fue de los lideres promotores de la Cooperativa de Credito "Progreso de Castelar", prestigiosa institucion cuya presidencia ejerce.

Casado con doña Antonia Emilia Ferrer, tiene tres hijos: Jorge Raul, de 31 años, teniente de fragata; Roberto, de 28, proximo a recibirse de doctor en biologia; y Eduardo Osvaldo, de 25.

Desde los dias que se pierden entre los gratos recuerdos del pasado, hasta estos que hoy nos preocupan nerviosamente para sobrevivir el presente y accionar con impulsos metodicos hacia el porvenir, esta localidad nuestra de Castelar ha demostrado condiciones propicias para elaborar

 

 

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 ©  Carlos Gustavo Maldonado
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