Busich Escobar, Ismael
Buenos Aires, la gran provincia: 1880-1930

D. JOSÉ LUIS CANTILO

CAPITULO XXV

1922-1926

 

Sumario. -Candidaturas. -La personalidad del señor Cantilo. -Resultados del comicio. -Asunción del mando. Amplio programa de gobierno. -Los ministros. -Una administración complicada. -Finanzas públicas. -La deuda consolidada. -Empréstito de 45 millones. -Cuestiones sociales y del trabajo. -Obras Públicas. -Obras sanitarias y aguas corrientes. -Ampliación del Ferrocarril Provincial. -Autonomía municipal. -Fomento de la educación primaria. -El Museo Colonial de Luján y el Archivo Histórico de La Plata. -El Banco de la Provincia extiende el radio de su acción.-Jiras del gobernador de la provincia.-Amenazas de intervención federal.- Trabajos del “antipersonalismo” .-Declaración del Presidente de la República. -Réplica del gobernador Cantilo. - Un compás de espera. -Atmósfera de incertidumbre. - Expiración del período. -Elogio de los ministros.


Promediaba el año de gobierno del señor Monteverde cuando el partido Radical se avocó la proclamación del candidato que debía reemplazarlo en el mando. La convención partidaria hallábase bajo la influencia de una preocupación que no era suficiente a desvanecerla la certeza absoluta del triunfo en los comicios. Se quería que el partido no volviera a sufrir desgarramientos como el producido a raíz de la elección del señor Crotto, y se recelaba igualmente de llevar a la primera magistratura a un ciudadano que, aunque militante en las filas de la Unión Cívica Radical, pudiera luego olvidar que había ascendido al gobierno merced a los robustos brazos del partido y se alejara de sus postulados y doctrinas. Bajo el dictado de tales preocupaciones que tenían su origen en la absorbente modalidad política del Presidente de la República, el partido Radical, cuyo triunfo en los comicios nadie podía disputarle con éxito en esos momentos, designó candidato a uno de los ciudadanos de mayor prestigio dentro de sus filas, el señor José Luis Cantilo, quien, no hacía mucho, había evidenciado sus condiciones de hombre de gobierno ejerciendo por espacio de un año la intervención nacional en la provincia, según se ha visto, en capítulos anteriores. La Unión Cívica Radical concurrió, pues, a las urnas sosteniendo el nombre del señor Cantilo para gobernador y el del Dr. Pedro Solanet para vice. Iban como oponentes, por el partido Conservador, los doctores Rodolfo Moreno y Ángel Sánchez Elía, y por el partido Socialista, el doctor Juan B .Justo y don José M. Lemos.

La elección se verificó el 4 de diciembre de 1921 en toda la provincia, arrojando el escrutinio los siguientes resultados generales:

Partido Radical       121.424 votos
Conservador            98.614
Socialista                  10.806

Ungido gobernador electo, el señor Cantilo recibió las insignias del poder de manos del señor Monteverde el 1° de mayo de 1922, prestando juramento ante la asamblea legislativa: en cuya ocasión el nuevo mandatario trazó los lineamientos de su futura acción de gobernante. Convencido, sin embargo, de que el gobierno no es, ni puede ser, en el estado actual de la civilización, fruto de la acción individual o personal del propio gobernante, sino obra de colaboración y solidaridad, reclamó desde el primer instante el apoyo de los otros poderes del Estado para desenvolver armónicamente sus funciones, especialmente de la Legislatura, con cuya cooperación esperaba realizar obra práctica y constructiva. Anunció a los legisladores que iba a someter a su aprobación proyectos de ley destinados a la consolidación de la deuda flotante, de la unificación de la deuda interna y otras medidas tendientes a normalizar las finanzas de la provincia. Declaró que tendría especial preocupación por las cuestiones sociales y que deseaba promover una legislación que reg1ilara con prudencia y equidad las relaciones jurídicas y económicas de capital y trabajo. Anunció que la publicidad de los actos del Poder Ejecutivo sería una norma invariable de su gobierno; que dedicaría preferente atención a todo aquello que se relacionara con el gobierno y régimen de 1as municipalidades; que proseguiría la política de trazar nuevos caminos que mejorasen la vialidad en toda la provincia; que impulsaría la edificación escolar y se preocuparía de la situación del magisterio; que fomentaría la ampliación de la influencia del ferrocarril Provincial a Meridiano V, y esbozó muchos otros propósitos que ponían en evidencia la profunda compenetración del nuevo mandatario con las más sentidas necesidades de la provincia.

“Tengo la determinación sincera -dijo en esa ocasión el señor Cantilo -, de consagrar todas mis facultades y energías al bien público, como si me animara la visión de que he llegado, al asumir la gobernación de Buenos Aires, a la plenitud de mis aspiraciones de ciudadano y de mis ideales de gobernante. El más allá no me preocupa, sino en cuanto pueda afectar a la provincia.”

Ya en ejercicio del poder, el señor Cantilo constituyó su ministerio en la siguiente forma:

Gobierno, doctor José O. Casás.
Hacienda, señor Salvador M. Viale.
Obras Públicas, doctor Antonio Rodríguez Jáuregui.

Y desde el primer día puede afirmarse que el gobernador Cantilo se entregó de lleno ala tarea de estimular en toda forma el progreso de la provincia, ejercitando una acción constante y eficaz. Con verdadera fe en el porvenir de Buenos Aires y con una profunda devoción por la grandeza del Estado cuyos destinos había sido llamado a regir, el señor Cantilo no se dio momento alguno de reposo, pudiendo declarar con verdad que el gobierno de esta gran provincia era cada día más intenso y complejo.

En efecto: su población sobrepasaba ya los dos millones de habitantes, sus riquezas eran cada vez más cuantiosas, su administración, antes sencilla, habíase complicado a medida que las fuerzas todas de la provincia se expandían; los servicios públicos representaban una enorme organización burocrática, en una palabra, ya la provincia de Buenos Aires tenía todas las características propias de una gran nación.

Todo favorecía, pues, la gestión del nuevo mandatario, menos las finanzas públicas, que se debatían en medio de grandes dificultades. Las causas de esta situación pueden encontrarse desde luego en el arrastre de los presupuestos; los déficit de determinadas reparticiones públicas, a los cuales debió hacer frente el Poder Ejecutivo; el abultamiento de recursos que no alcanzaron el nivel fijado; la pérdida de importantes pleitos y la consiguiente condena judicial y, por último, el pago a oro de deudas que hasta 1922 se habían abonado en condiciones ventajosas para la provincia por las diferencias de cambio, y que en adelante debieron atenderse con fuertes quebrantos. Además, con un mecanismo impositivo aumentado solamente en un valor equivalente al 20 %, el Poder Ejecutivo quiso -y lo logró en buena parte -solucionar el problema elemental de gobierno que se refería al aumento de los sueldos del personal de la Administración, incluso los del magisterio, y como complemento, se procedió con ahínco a la intensificación de obras de asistencia social, todo lo cual refluyó poderosamente en el estado de las finanzas. En su último mensaje a la Legislatura el gobernador Cantilo exponía así la situación financiera al hacerse cargo del gobierno:

“Vuestra Honorabilidad conoce la situación en que hallé las finanzas de la provincia al hacerme cargo del Poder Ejecutivo en 1922. El valor de la mora en la atención de los servicios de la deuda pública, el uso del crédito en el Banco, de la Provincia, la retención indebida de porcentajes de impuestos correspondientes a las Municipalidades y Patronatos de Menores, la acumulación de expedientes de pago por años anteriores y el déficit calculado para 1922, sobre el estudio de veinte años de las finanzas provinciales, en el que mi gobierno se empeñara para establecer claramente la verdadera situación de las mismas y orientar una política financiera eficaz para el porvenir, importaban otros tantos valladares que se oponían a una financiación normal para la administración de la provincia. El Poder Ejecutivo vióse, pues, constreñido a dedicar una atención intensa a este aspecto de su actividad, el más importante sin duda, entregándose al estudio analítico de la deuda sin consolidar, al de una distribución de los gastos más indispensables para el normal desenvolvimiento de la administración sujeta a la realidad de los recursos y a la depuración y perfeccionamiento de las leyes impositivas.”

Consecuencia de tales consideraciones fue la ley de noviembre de 1922 que autorizó al Poder Ejecutivo a contratar un empréstito por valor de pesos 35.000.000 oro o, en su defecto, de pesos 45.000.000, moneda nacional.

Pero, el concurso de factores de diversa índole, impidió llevar a término en condiciones favorables para la provincia, la realización de dicho empréstito y recién en octubre de 1923 pudo negociar el gobierno, por intermedio del Banco de la Provincia, la operación en la parte que se refería a la consolidación de la deuda flotante. El Banco concedió en adelanto el 80 % de la emisión autorizada, o sea la suma de $ 36.000.000 moneda nacional, y el Poder Ejecutivo procedió a cancelar cinco obligaciones a corto plazo por valor de 20.000.000 contratadas con diversos Bancos para atender necesidades impostergables del Estado. Se reintegraron también a las cuentas de las Municipalidades y del Patronato de Menores las sumas que les correspondían por ley y de las que el poder Ejecutivo habíase visto obligado a disponer para otros objetos. Finalmente se pudieron pagar numerosos expedientes de créditos reconocidos, se regularizaron las cuentas pendientes con el Banco de la Provincia y se afianzó el Crédito del Estado juntamente con la confianza del pueblo en la marcha de la hacienda pública.

Enumeremos ahora algunos puntos salientes de la obra gubernativa del señor Cantilo, desarrollada en consonancia con sus propósitos al asumir el mando y en medio de las preocupaciones políticas y financieras. Había prometido, según se ha visto, una especial dedicación alas cuestiones sociales y del trabajo, y en consecuencia organizó el Departamento Provincial del Trabajo separándolo de la Dirección de Estadística, pues entendía que dicha dependencia debía ser un organismo técnico, de política social, y que su obra debía inspirar en la unión de clases, contando con la confianza común de patrones y obreros. En 1923 creó delegaciones regionales y bolsas de trabajo en las ciudades de mayor población trabajadora, como Avellaneda, Bahía Blanca, Zárate y Junín. Proyectó asimismo el gobernador Cantilo la creación del ministerio, de Trabajo, Comercio e Industria; la ley creando el Seguro Social en la provincia, sobre los riesgos de invalidez, enfermedad y fallecimiento; la ley declarando comprendidos en los beneficios de la ley nacional 9688 sobre accidentes del trabajo, a todos los empleados de la administración pública; la ley sobre procedimientos a seguir en los juicios por accidentes del trabajo y enfermedades profesionales; la ley creando una caja de rentas vitalicias bajo la dependencia del Departamento del Trabajo, etc.

En materia de obras públicas fue apreciable la labor desplegada por el gobernador Cantilo. La construcción, de puentes y caminos, sobre todo, constituyó una verdadera obsesión en este gobernante. Compenetrado de la extraordinaria importancia de ese medio de comunicación en la inmensa llanura bonaerense, dedicó una gran parte de sus afanes a difundirlo hacia todos los rumbos. Introdujo así modificaciones fundamentales en los métodos de trabajo empleados en la reparación y construcción de caminos. Al antiguo sistema de pala y carretilla sustituyó los equipos mecánicos y la pala de buey, que ahorran tiempo y dinero. Simultáneamente estimulaba la producción de nuevos materiales de pavimentación, como el conglomerado calcáreo en las canteras de Magdalena, y adoquines, pedregullo y hormigón en la Sierra Chica. Con esos elementos la red caminera de la provincia se amplió considerablemente, abriéndose nuevos caminos y reparándose los antiguos. Una buena parte de estas rutas fueron pavimentadas y empetroladas, como las de acceso a la capital federal y las de las inmediaciones de las ciudades populosas .La construcción y reparación de puentes constituye otro aspecto saliente en esta faz de la labor del gobernador Cantilo. Entre las obras más importantes de esta índole, merece mencionarse la construcción del gran puente colgante sobre el río Quequén Grande, que une a las ciudades de Necochea y Quequén, cuya parte metálica sobrepasa las dos mil toneladas.

Una de las iniciativas más importantes en materia de obras públicas durante este período, fue la construcción de obras sanitarias y dotación de aguas corrientes a las ciudades y pueblos de la provincia que carecían de tan primordial beneficio. El gobernador Cantilo obtuvo que la Legislatura sancionase la ley correspondiente, y fue ella aplicada por primera vez en la ciudad de Chivilcoy, demostrando prácticamente la bondad de la iniciativa.

Entre otras obras públicas impulsadas por el gobernador Cantilo, debemos destacar la de la Catedral de La Plata, que se hallaba paralizada de tiempo atrás y a cuya conclusión aplicó una suma en títulos; la transformación de los jardines del Paseo del Bosque de La Plata; la rehabilitación del Canal de San Fernando, obra de positivo interés para el comercio de una populosa zona de la provincia; la construcción de la Cárcel de Menores, etc. El gobernador Cantilo proyectó los policlínicos y los hospitales regionales y los dejó en construcción al retirarse del gobierno; edificó el Mercado de Haciendas de Avellaneda, en la actual cabecera del Ferrocarril Provincial, rodeado de los grandes .frigoríficos, para favorecer a los ganaderos ya los consumidores de carne de nuestros centras populosos; inauguró el Mercado de Frutos del Tigre y puso en marcha las nuevas dragas adquiridas para impulsar el fomento del Delta.

Habíase propuesto el gobernador Cantilo ampliar el Ferrocarril Provincial y, pese a la indiferencia con que fue acogido su propósito, la obra fue una realidad al terminar su período. El ferrocarril del Estado tendió sus nuevos rieles al norte y al sur, llevó la vida a regiones antes deficientemente pobladas y explotadas y transporta sin obstáculos los productos hasta los grandes puertos exportadores del país .

La política del gobernador Cantilo con respecto a las Municipalidades, fue coincidente con los preceptos de la Constitución. Sólo en virtud de situaciones de notoria irregularidad intervino en las comunas, y eso durante el tiempo indispensable para la solución del conflicto. Al terminar su período el señor Cantilo estaban intervenidas doce Municipalidades, sobre un total de ciento diez. Esas intervenciones tenían por origen las dificultades surgidas para la designación de sus autoridades respectivas.

Gran impulso cobró la educación popular en el gobierno del señor Cantilo. El número de educandos en los establecimientos didácticos, ya sean de orden provincial, nacional o privado, fue en el año 1926 de 345.054, distribuidos entre 2.524 escuelas. El gobernador consignaba con satisfacción patriótica en su último mensaje el hecho de que la provincia de Buenos Aires ocupaba el primer término de la República por el porcentaje de su alfabetismo, estando a la vez, colocada dentro de los primeros renglones de la estadística mundial. Entraba en sus planes de fomento de la educación primaria, el aumento de los sueldos del magisterio, y así lo llevó a la práctica en una proporción de un 20 %, lo que se hizo efectivo desde el año 1923. Y como corolario de sus empeños invirtió la cantidad de $ 400.000 en la construcción de 10 edificios escolares nuevos, destinando una suma doble para la restauración de casas ocupadas por escuelas, de tiempo atrás.

El Museo Colonial e Histórico de Luján, cuyas bases echara el señor Cantilo siendo interventor en el año 1918, fue inaugurado oficialmente por él mismo, en su carácter de gobernador titular, el 12 de octubre de 1923, terminado el proceso de instalación y dotación de elementos los más indispensables. Tuvo un gran acierto el gobernador al designar director de este establecimiento al señor Enrique Udaondo, que supo llevarlo en breve tiempo a la altura envidiable en que se encuentra. Otra fundación semejante fue el “Archivo Histórico de la Provincia”, creado por el gobernador Cantilo para centralizar los fondos documentales dispersos en varias reparticiones administrativas. A su frente fue puesta otra personalidad destacada en nuestro mundo intelectual: el doctor Ricardo Levene, quien, a semejanza del señor Udaondo, prestó su colaboración al gobierno desinteresadamente.

Una institución que el gobernador Cantilo trató de robustecer y prestigiar durante su período, fue el Banco de la Provincia de Buenos Aires, cuya potencialidad y desenvolvimiento progresista es hoy motivo de orgullo para la provincia. Hemos dicho ya que, merced a la intervención del Banco, se pudo negociar la operación de crédito de 45.000.0000 de pesos, ordenada por ley. Añadiremos ahora que también por iniciativa del gobernador Cantilo convertida en una ley de la Legislatura de fecha 14 de octubre de 1924, se encomendó al Banco la percepción de las rentas e impuestos fiscales, con evidente ventaja para las finanzas oficiales, pues la recaudación señaló un apreciable aumento. El Banco, a su vez, se benefició, pues lo puso en contacto con los propietarios y con todos los que dedican sus actividades a cualquier modo, de producción, ampliando así su clientela. Los contribuyentes obtuvieron por su parte la ventaja de poder hacer sus pagos con facilidad y ganancia de tiempo. El Poder Ejecutivo confió igualmente al Banco, por decreto de 5 de marzo de 1925, la delicada tarea de efectuar el servicio de la deuda pública, facultándolo para retener, a tal efecto, los fondos necesarios de las sumas recaudadas por cuenta de la provincia.

El señor Cantilo hacía frecuentes jiras por el vasto territorio de la provincia. Vivía, puede decirse, en constante y activa vinculación con sus gobernados. A veces, con motivo de festejos determinados por la inauguración de importantes obras públicas; otras, para participar de faustas rememoraciones; no pocas, para apreciar personalmente los anhelos de los vecindarios y la practicabilidad de insistentes solicitudes. Visitó así la mayor parte de los partidos, las ciudades más importantes y los pueblos más progresistas, deteniéndose complacido a valorar el esfuerzo colectivo.

“Creí cumplir así mejor mi mandato -decía al respecto en su último mensaje -extendiendo el campo de observación y apreciando debidamente las ideas y propósitos de cuantos labran, en labor callada y fecunda, la riqueza, el progreso y el bienestar del Estado. Recorrí asiduamente sus distintas zonas y pude comprobar de manera indubitable, que mi gobierno encontró en todo momento el noble y generoso auspicio de la opinión pública, e interpretó fielmente sus aspiraciones. Si hubiera vivido otro género de vida; si en vez de trasladarme a los más apartados sitios y haber participado invariablemente de las expansiones populares, mezclándome a las muchedumbres regocijadas y ruidosas, hubiera limitado mi radio de acción, permaneciendo en el despacho oficial de la capital, para cumplir unilateralmente mis deberes, no tendría un concepto tan exacto, ni diría con tanta firmeza, que conté siempre con la inequívoca adhesión del pueblo de Buenos Aires”.

Mientras tanto, en las altas esferas del gobierno nacional imperaba una política que tenía su principal obstáculo en la provincia de Buenos Aires, convertida en el cuartel general del radicalismo personalista.

Había una poderosa corriente de opinión que presionaba sobre el presidente de la República para que decretara la intervención a Buenos Aires.

En esos comienzos del año 1925 ejercía el Ministerio del Interior el doctor Vicente C. Gallo, figura descollante de la actualidad argentina, representante genuino y cabeza visible de la tendencia radical contraria a la que obedecía a la voluntad omnímoda del doctor Hipólito Irigoyen.

Creyó el doctor Gallo y con él muchos hombres de Estado y núcleos de opinión, que nada debilitaría tanto la absorbente preponderancia del doctor Irigoyen como la posesión de la provincia de Buenos Aires.

Para atraer prosélitos a la causa de la intervención del gobierno nacional, el partido llamado “antipersonalista”, coincidiendo en ello con el Conservador, desarrolló una intensa campaña que tuvo la virtud de despertar justificada expectativa en las múltiples actividades que abarca la vida bonaerense.

La situación política de la provincia fue mantenida así, diariamente, en el tapete de la actualidad nacional por los sostenedores de la intervención, quienes llevaron ante el gobierno federal una multitud de denuncias, requiriendo del Presidente de la República la sanción inmediata del decreto de intervención. El 24 de marzo de 1925 se realizó un acuerdo general de los ministros nacionales bajo la presidencia del doctor Alvear, suscribiéndose después de larga deliberación, en la que se puso en evidencia la discordancia de opiniones al respecto, la siguiente declaración, con la cual el Presidente de la República daba una satisfacción a sus amigos políticos, pero desvanecía para siempre las aspiraciones intervencionistas:

“El P. E. considera institucionalmente anormal la situación de Buenos Aires, y, en consecuencia, procedente la intervención federal; pero, por no mediar en el momento los motivos de urgencia que, según reiteradas declaraciones, y normas aplicadas en casos semejantes, pueden autorizar al Ejecutivo para intervenir una provincia en el receso parlamentario, estando, además, próxima la apertura del Congreso, y sin perjuicio de contemplar nuevamente el caso si tal situación se produjera, resuelve someter el asunto a la decisión del Congreso, enviando en su oportunidad, con los antecedentes y las informaciones que lo fundamentan, el correspondiente proyecto de ley.”

Al día siguiente, el gobernador Cantilo replicaba con toda valentía esta declaración, con las siguientes palabras que hizo públicas:

“El P.E. de la provincia de Buenos Aires ha sido sorprendido por la publicación de una nota oficial, aparecida en los diarios de ayer tarde y esta mañana, en la cual se afirma que ‘el Ejecutivo nacional considera institucionalmente anómala situación de Buenos Aires, y en consecuencia procedente la intervención federal.’

El grave cargo no se fundamenta, y por no referirse a determinados y concretos aspectos de orden institucional, el P. E. de la provincia se ve en la imposibilidad de refutarlos. Por otra parte, desde el 1° de mayo de 1922 hasta el presente, no ha recibido ni una sola comunicación, consulta o pedido de informes, del P. E. de la Nación, como ha sido de práctica corriente en la vida política de relación entre el gobierno central y los provinciales, respecto de anormalidades, denunciadas por la prensa, por los partidos políticos o por los particulares.

Ignora, oficialmente, en consecuencia, el origen y las causas determinantes de la referida publicación, que no tiene precedentes ni por su forma, ni por su fondo, en la historia constitucional del país.

En la única oportunidad en la cual se ha aludido a la posible intervención nacional a la provincia de Buenos Aires, ha sido en un documento emanado de la secretaría de la presidencia de la Nación, para desautorizar espontánea y categóricamente los rumores circulantes al respecto.

El actual gobierno de Buenos Aires surgió, en una hora de definitiva y trascendental definición política, de la elección más libre y democrática que se haya verificado en la provincia.

En resguardo de la autonomía del Estado y de los principios que informan el régimen federal argentino, cree necesario manifestar públicamente que aguarda los fundamentos de la afirmación producida, en la profunda convicción de que ha de patentizar, concluyentemente, que los poderes públicos de la provincia se desenvuelven dentro de sus órbitas constitucionales, en el ejercicio regular de sus instituciones. ”

El Presidente de la República, que en un principio parecía dispuesto a contemporizar con los gestores de la intervención a la provincia, no envió al Congreso el anunciado proyecto y ello motivó la altiva renuncia del ministro del Interior, cuya presencia en el gabinete estaba estrechamente ligada a ese objetivo. Empero, la iniciativa fue planteada en el Senado Nacional por los miembros de ese cuerpo pertenecientes a la fracción denominada “antipersonalista”, debatiéndose con ardor el proyecto de intervención a Buenos Aires, que fue, finalmente, aprobado y pasado en revisión a la Cámara de Diputados en los últimos días del período de sesiones, permaneciendo allí estacionario.

Esa era la atmósfera de indecisión y de amenaza que se cernía sobre la provincia de Buenos Aires cuando terminaba su período, el señor Cantilo, y no hay duda que ello influyó poderosamente en el ánimo del gobernante, toda vez que se veía obligado a desenvolverse dentro de la incertidumbre que esos hechos creaban.

Llegó por fin el 1° de mayo de 1926 y el señor Cantilo, al entregar el gobierno a su sucesor, hizo ante la Legislatura una minuciosa reseña de su labor de cuatro años, teniendo palabras de gratitud para sus colaboradores, especialmente

“para los señores ministros del Poder Ejecutivo -dijo -, a quienes habéis tenido ocasión de tratar asiduamente y cuyas relevantes prendas de carácter, ilustración y hombría de bien, dieron relieve y eficacia a mi gestión de gobernante. Bastaría el hecho, singularmente auspicioso, de que me hayan acompañado durante todo el período constitucional, para establecer cuán estrecha, sincera y leal fue nuestra compenetración en el ejercicio del gobierno; cómo desde la primera hora, a pesar de vicisitudes y contrariedades inherentes a los respectivos cargos, colocamos por arriba de los tropiezos de la vida diaria, la visión clara de nuestros deberes y responsabilidades, el afán de realizar obra fecunda, la intención patriótica de impulsar el progreso y afianzar el bienestar de la provincia de Buenos Aires”.

 

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